Declaración de Octubre Rojo ante las elecciones presidenciales 2023

El balance de las PASO y cómo llegamos a las elecciones generales 2023

El día domingo 13 de agosto de 2023 se realizaron las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias), que servían para dirimir las candidaturas de los distintos frentes electorales, para los cargos nacionales en las elecciones presidenciales y legislativas del 22 de octubre de 2023.

Los resultados, por la forma en la que fueron presentados y discutidos, impactaron fuertemente, generando microclimas y pánico en sectores de la militancia y de quienes tienen interés y preocupación en general por la cuestión social. Este temor se fundamente principalmente en los porcentajes, desconociendo cómo se componen realmente estas fracciones, y también en parte de la histeria infundida por el kirchnerismo, para chantajearnos una vez más pidiendo el voto a ”lo menos malo”.

A grosso modo, quedó instalado que las PASO dejaban un ordenamiento social del siguiente modo:

  • Milei (Libertad Avanza) 30%
  • Bullrich + Larreta (JXC) 28,27%
  • Massa + Grabois (UP) 27,27%.

Desde un punto de vista estrictamente objetivo e informativo, debemos referirnos a los resultados en los siguientes términos, resaltando que sobre un padrón electoral aproximado de 35.405.000 personas que están obligadas a votar, asistieron 24.935.583. El ausentismo (10.469.417, 29,57%) junto al voto en blanco (1.356.480) sumaron alrededor de 11.825.897 personas, es decir, el 34% del total habilitado1. ¿Cómo quedarían entonces los resultados? Del siguiente modo:

  • Ausentismo + coto blanco : 11.835.897 personas, 33,4%
  • Milei, 7.352.244 votos, 20,77%
  • Juntos por el cambio, 6.895.941 votos, 19,48%
  • Unión por la Patria, 6.719.042 votos, 18,98%
  • Hacemos por nuestro país (Schiaretti-Randazzo), 914.812 votos, 2,58%
  • FIT-U, 642.773 votos, 1,82%

La bancarrota del bonapartismo, capítulo mil

Consideramos que la crisis económica y política que vivimos, también ha encontrado su expresión en las urnas. En primer lugar, el gran rechazo y descreimiento hacia las grandes coaliciones electorales, que han perdido gran cantidad de votos. En segundo lugar, la aparición de Milei (fabricado por algunos medios e impulsado y ayudado hasta por el peronismo) atrae a un sector de la población harto de la inflación, de la violencia en las calles, de las promesas incumplidas y del enriquecimiento descarado de los gobernantes, aunque este nefasto personaje se propone profundizar los ataques contra la clase obrera y el pueblo pobre, tal como enfatiza una y otra vez.

Con la crisis del bonapartismo, nos referimos a la imposibilidad del régimen político gobernante de sostenerse intentando maniobrar entre las clases, conteniendo al movimiento obrero, pelearse con alguna fracción capitalista y obtener mejores condiciones de negociación con el imperialismo. En ese sentido, los ejes principales de la política económica argentina se sostienen principalmente en:

  • crecimiento de la deuda externa
  • emisión monetaria permanente
  • devaluaciones reguladas con saltos bruscos
  • tipos de cambio paralelos y regulaciones que intentan beneficiar a grandes exportadores y operadores financieros.
  • En grandes rasgos podemos decir que la escasez de divisas ha marcado el quiebre de los populismos latinoamericanos. La falacia de la activación del mercado interno mediante el subsidio de la demanda ha tocado su punto más bajo. Y esto ha llevado a todos estos procesos a enormes crisis políticas, incluso en las propias filas (en Ecuador con la pelea entre Correa y Marcela Aguiñaga, en Bolivia entre Evo Morales y Luis Arce, entre Maduro y un sector que se reivindica chavista).

    La creciente pobreza a niveles atroces, el desempleo, el hambre, el crecimiento de la violencia en las calles, las adicciones, las tasas récord de suicidios, el flagelo de la prostitución, son algunas de las expresiones más crudas que tiene la crisis en la vida de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Una masa gigante de personas requiere cada vez más asistencia económica para sobrevivir, y los Estados semicoloniales en franca decadencia sólo pueden brindarla ajustando a la clase obrera, manteniendo salarios por debajo de la inflación, y pagando con déficit (pagando con emisión monetaria), lo que a su vez genera más inflación.

    En Argentina, los dólares que ingresaron como parte de nuevos endeudamientos, en parte quedaron en la reserva, en parte se evaporaron nuevamente siendo colocados a la venta, y en gran medida se pulverizaron con una fenomenal impresión de billetes de los últimos meses.

    En el terreno de la lucha de clases, están produciéndose una gran cantidad de huelgas, marchas y protestas desde hace varios meses, a pesar de los esfuerzos que realiza la burocracia sindical para desmovilizarlas. La clase trabajadora se dispone, en el modo que puede, con las herramientas que tiene, dar la pelea contra el ajuste. La dirección peronista del movimiento obrero se ha encargado de inculcar la conciliación de clases y de confiar todo en las manos del régimen político. Por su parte, la izquierda reformista del FIT-U, ha profundizado su debacle estratégica, volcándose de lleno al parlamentarismo, disputando el “voto joven”, tratando de agradar a “la opinión pública”. No se trata sólo de cuestiones de “marketing electoral”, porque llegado el caso, no han tratado de hacer más accesible su programa para las grandes mayorías (esto es un reclamo demagógico que hace la pequeñoburguesía, que siempre trata a los trabajadores como si fueran seres incapaces de comprender de política, economía y filosofía), sino que el fracaso estrepitoso del FIT se debe a que su plataforma se ha limitado a acompañar las luchas, y jamás se ha propuesto abiertamente la organización para derrocar política y militarmente a la burguesía, destruir su Estado y construir un Estado obrero de nuevo tipo, basado en los Consejos, aboliendo la propiedad privada de los medios de producción y de cambio. El estatismo ha infectado toda la línea, y a lo que llegan como máximo es a enfrentar a algunas fracciones capitalistas para estatizarlas, y con esa base redistribuir y reconvertir la estructura económica argentina, es decir, se trata de un programa nacionalista burgués, que desconoce el atraso de las fuerzas productivas en una semicolonia, inviable a esta altura de la historia.

    Balance y perspectivas

    En primer lugar, contra los análisis que destacan un supuesto “giro a la derecha del electorado”, entendemos que esta es una lectura errónea, que parte del subjetivismo, es decir, apreciar la realidad en términos ideológicos desconociendo cuál es la base material que genera estas expresiones, y por lo tanto a qué se trata de llegar.

    Luego de la crisis que explotó en 2001, las masas han apoyado en primera instancia al kirchnerismo, que logró capitalizar la recomposición (basada en la devaluación, la precarización laboral y los altos precios de los commoditties), hasta que la crisis mundial desestabilizó las variables que lo sostenían (2003-2015). Las condiciones de vida empeoraron y el pueblo trabajador buscó otra opción (Macri, 2015-2019).

    El ajuste de Cambiemos, duro para nuestra clase pero incluso criticado por la burguesía al considerarlo tibio, sumó otro elemento que era inevitable para cualquier gobierno burgués: un fuerte endeudamiento con el FMI (ya en los últimos años de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el entonces ministro de Economía Axel Kicillof había entablado tratativas para préstamos con ese organismo y con el club de París)2.

    El desastre que hizo la gestión de Macri, que comenzó prometiendo pobreza cero y la multiplicó, le dio aire nuevamente al peronismo, que en una alianza gigantesca logró recuperar el gobierno (Alberto Fernández-Cristina Fernández, 2019-2023). Hubo celebraciones en varias plazas del país, pero la euforia y el desahogo iban a durar poco.

    Vinieron los primeros intentos del gobierno peronista de implementar el ajuste en toda la línea: el conflicto por la megaminería en Mendoza; la lucha con docentes y por las jubilaciones a finales de 2019; el comienzo de 2020 y la megaminería en San Juan. Vino la pandemia, el control policial contra la salud de los trabajadores, la cuarentena militarizada y el empobrecimiento por decreto que dejó victoriosos a empresarios y banqueros, el escándalo de vacunatorio VIP, y la célebre fiesta en Olivos mientras regía el toque de queda (que dejó varios muertos en las comisarías a manos de la policía).

    Con el levantamiento de la cuarentena, la economía empezó a repuntar, pero más lo hizo la inflación. El desgaste, el fastidio de la clase trabajadora para con un gobierno de delincuentes que pide más esfuerzos mientras todos los días aumenta el costo de vida, hacía prever como imposible una gran elección del peronismo. La designación de Sergio Massa como Ministro de Economía, y en efecto como virtual presidente en lugar del decorativo Alberto Fernández, terminó de sepultar la mentira kirchnerista. El gobierno del “hambre cero” y de las heladeras llenas, colocaba a un reconocido lobista del mercado en el área más importante, para tratar de aplicar el ajuste más conveniente para todos (para todos los burgueses): tarifazos, inflación a todo vapor, decenas de tipos de cambio, impresión de billetes 24×7, nuevos endeudamientos.

    La economía argentina se encuentra en un punto de quiebre. El eje de campaña de Milei, la dolarización, se avizora como un viejo truco de campaña, en la misma línea del salariazo y la revolución productiva de su admirado caudillo peronista Carlos Menem: el humo bien marketineado. La dolarización es imposible de llevar a la práctica en la actualidad (no dispone de dólares suficientes, en caso de hacerlo estallaría una hiperinflación de niveles récord), el contexto lleva indefectiblemente a quien resulte vencedor en el ballotage (no creemos que este domingo en primera vuelta haya un vencedor definitivo), pondrá en jaque a los distintos programas burgueses que se intentan dirimir en estas elecciones.

    En todo caso, está claro que para intentar reordenar el equilibrio entre las clases, la burguesía precisa con urgencia una formación política que discipline al movimiento obrero y le permite recomponer la tasa de ganancia sin tener a sus espaldas el ancla del déficit que implica una creciente mayoría de pobres.

    El peronismo y una parte de Cambiemos se disponen a ofrecer un gobierno de “unidad nacional”, otro más para la colección de antigüedades: legislación represiva contra el contra las protestas y la acción directa del movimiento obrero (lo que hizo el radical Morales en Jujuy, y como vimos con el acuerdo entre Larreta y el kirchnerismo ante el asesinato de Facundo Molares poco antes de las PASO); subsidios y créditos a patronales; tarifazos; revisión de planes sociales para reducir el déficit; mayor respaldo al extractivismo (litio y megaminería); nueva ronda de endeudamiento externo; más ajuste para seguir pagando a los acreedores. Con el detalle de que la emisión monetaria sin respaldo se ha llevado a niveles imposibles de sostener: las reservas seguirán cayendo, y todo apunta a una recesión. El gobierno de unidad tendrá que ajustar con todos los medios a su alcance.

    Por su parte, Milei se presenta como un demente en potencia, que carece de estructura (ni siquiera tiene un intendente en todo el país), y que ha prometido reiteradamente ser implacable contra el movimiento obrero, reivindica a la dictadura militar, considerando instalar privatizaciones en salud y educación, instalando una reforma laboral más agresiva, y que en caso de no tener éxito en el parlamento, se dispone a gobernar por decreto. Con el fascismo comparte efectivamente un rasgo, trata de apoyarse en la pequeñaburguesía para atacar al movimiento obrero. Por el momento no parece haber encontrado forma de plasmar esto en la práctica, e incluso se ha mostrado más tibio respecto a los sindicatos3. Un escenario de esas características, en el cual un presidente intentase imponer medidas mientras que la oposición burguesa se las boicotea sistemáticamente, llevaría la crisis política a otro nivel, en el que no sería descabellado que ocurriese en Argentina lo que sucedió en Brasil, Paraguay, Honduras, etc.; algún intento de destitución, juicio político, intentos de desconocer al Congreso, renuncias, etc. Paralelamente en las calles habría duros enfrentamientos.

    Nuestras tareas

    Con cualquiera de estos eventuales escenarios, la clase obrera llegaría a estos choques sin una vanguardia sólida, con preparación ni armada para el combate, sin estrategia revolucionaria aún. En medio de la confusión, los destacamentos de la clase deben desarrollarse, en el seno mismo de las fábricas, de los barrios, en los lugares de trabajo y de estudio, entre los desocupados.

    Consideramos, igual que en las PASO, que debemos votar en blanco. Y esto no se debe, como se nos critica, a posiciones de principios abstractos. Entendemos que las elecciones deben ser utilizadas por los revolucionarios como medio de propaganda de un programa revolucionario, y el parlamento como una tribuna de denuncia del carácter de clase burgués de las instituciones. Las expresiones de izquierda hasta el momento, han contribuido a la confusión, a intentar restablecer la confianza en el aparato estatal, cuando justamente los trabajadores están tendiendo a desconfiar de él y buscan de manera confusa alguna alternativa. En el terreno de la lucha de clases, hay tendencias que en medio de las huelgas contra despidos plantean que un elemento reaccionario como la conciliación obligatoria es en realidad una conquista que debemos arrancarle al Estado (sic).

    Creemos que es fundamental enfrentar a la burguesía con la organización de los trabajadores, con un partido político independiente, que represente nuestros intereses históricos: terminar con toda forma de explotación y opresión, y no buscar reformas, concesiones, o supuestos atajos democráticos. Apoyaremos a alguna lista de izquierda en las elecciones cuando realmente dejen de militar el parlamentarismo. Llamamos a votar en blanco en estas elecciones, a luchar por recuperar los sindicatos, echar a los burócratas, brindar todo el apoyo a las luchas en curso, y prepararnos para los próximos enfrentamientos, con la autodefensa, y sobre todo, con una organización política revolucionaria, con un programa, táctica y estrategia. Llamamos a conformar frentes únicos en los lugares de trabajo y estudio, en los barrios, para enfrentar no sólo el ajuste, sino la crisis capitalista. Luchamos por la revolución mundial, luchamos por el comunismo, somos Octubre Rojo, y esperamos ser tan sólo un destacamento que contribuya a construir el partido de la revolución mundial que nuestra clase necesita.

    Octubre Rojo, domingo 23 de octubre de 2023

    1 Escrutinio definitivo, en: https://www.electoral.gob.ar/nuevo_legislacion/pdf/AE 119-23.pdf
    2 https://www.lapoliticaonline.com/nota/81006-el-acuerdo-de-kicillof-con-el-club-de-paris-tiene-us3700-millones-extra-que-nadie-puede-explicar/
    3 “Milei evitó cuestionar las reelecciones indefinidas del sindicalismo, tras los guiños de Barrionuevo y Martínez”, https://www.lapoliticaonline.com/politica/milei-evito-cuestionar-las-reelecciones-indefinidas-del-sindicalismo-tras-los-guinos-de-barrionuevo-y-martinez/