Tras los atentados islamo-fascistas del 13 de noviembre en París
En la noche del 13 de noviembre, un comando islamo-fascista ha masacrado a más de 125 personas y ha herido a más de otras 350 en las calles de París y Saint-Denis.
El islamismo político no es una concepción religiosa, es una corriente política ultra-reaccionaria, impulsada en un inicio por los servicios secretos norteamericanos, israelíes, paquistaníes, turcos, saudíes, etc., para adaptarla a las necesidades propias del imperialismo y de las potencias regionales, que utilizan a estos delincuentes fanáticos como testaferros para poder avanzar encubiertos en sus guerras de rapiña. El yijhadismo es financiado en todas partes por las monarquías petrolíferas del Golfo y está respaldado en Siria por el gobierno turco reaccionario de Erdogan que, al mismo tiempo reprime a los kurdos, reprime a los medios de comunicación y sirve como retaguardia al EI para todos sus tráficos de petróleo, armas, objetos de arte, etc.
El islamismo político es la forma de dominación encontrada por la burguesía iraní para suprimir la revolución de 1978/1979 en Irán, ejecutar, encarcelar y torturar a los militantes obreros, reprimir a las mujeres, a las minorías, a los homosexuales y para liquidar todas las libertades democráticas con la bendición de los imperialismos. Fue en un avión especial fletado por el Estado francés que el muy reaccionario imam Jomeini deja su residencia de Neauphle-le-Château para reingresar a Irán, donde la revolución había comenzado sin los islamistas, y así organizar las bandas fascistas que tomaron el poder. Wikileaks reveló que los Estados Unidos habían sostenido secretamente a los yihadistas sirios contra el régimen de Assad durante años. En Irak y Siria, el EI-Daech destruye toda democracia, todo movimiento obrero, aterroriza a las minorías nacionales y religiosas, tal como sus rivales yihadistas del Ejército de la Conquista en Siria (Ahar al-Cham, Al-Nusra, la filial de Al Qaeda).
El islamismo político es, como los partidos fascistas y xenófobos, el producto de la descomposición del capitalismo, de las maniobras de los distintos imperialismos; se instala allí donde el imperialismo solo deja ruinas, allí vive y le sirve.
Con todo, llega a encontrar algún eco en los países dominados, y también en las minorías árabes o musulmanas de los países dominantes, tomando la apariencia engañosa de antiimperialismo o anti-sionismo. Esto es posible ya que las potencias imperialistas como Francia sostienen al Estado sionista nacido de la colonización de Palestina, intervienen militarmente para proteger sus intereses en África, en Oriente Medio, apoyan a los regímenes dictatoriales, hacen y deshacen gobiernos según sus necesidades.
Esto es posible porque los países imperialistas segregan en su seno la discriminación contra las minorías étnicas, los negros y los latinos en Norteamérica, y contra los árabes, los negros, los gitanos roms, los turcos, etc., en Europa.
Esto es posible porque el islamismo se beneficia de la complicidad o complacencia de todos los que lo presentan a los ojos de las masas (a los Hermanos Musulmanes o al AKP, a los salafistas o a los yihadistas) como una alternativa antiimperialista que lucha contra sus dictadores en Irán o Siria o que los derribó como en Túnez y Egipto, y las introducen en un callejón sin salida. Es posible porque el PS y el PCF defienden el capitalismo francés, su Estado y su Policía, y en consecuencia desorientan y dividen a los trabajadores de Francia.
Hollande acaba de declarar el estado de emergencia, utilizando el artículo 16 de la Constitución bonapartista de la V República, que prohíbe toda manifestación, toda reunión y da poderes exorbitantes a la Policía. Él que vende armas a todas las monarquías islamistas del Golfo llama a « la unión nacional », con el apoyo de Sarkozy que entregó Libia a los islamistas.
A los yihadistas no les se preocupa un comino el estado de emergencia. El estado de emergencia solo se dirige contra las libertades públicas, contra la clase obrera y la juventud. Va a servir para reforzar la Policía, el Ejército, los servicios secretos que no protegieron ni a los alumnos judíos de Toulouse, ni a los dibujantes de Charlie Hebdo, ni a los clientes del Hyper-Casher, ni a los espectadores del Estadio de Francia o del Bataclan…
La unión nacional, sea contra el Kaiser en 1914 o contra los islamo-fascistas en 2015, transforma siempre al proletariado y a la juventud en cándidos de la clase dominante.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos permitieron al Gobierno Bush establecer un conjunto de medidas coercitivas, el « patriot act », contra los trabajadores, y justificar su intervención en Afganistán e Irak. Los del 7 y 9 de enero se utilizaron para justificar los bombardeos de Irak y Siria, las maniobras del Ejército en las ciudades, el aumento del presupuesto de los servicios secretos y del Ejército, una nueva ley de espionaje generalizado de la población. La burguesía francesa utilizará los del 13 de noviembre de la misma manera.
Los trabajadores y los jóvenes, cualquiera que sea su etnia, su religión o su ausencia de religión, deben unirse para defender las libertades democráticas. Deben unirse para combatir las campañas xenófobas e islamófobas de los grupos fascistas y partidos como LR o el FN, para combatir contra la caza a los refugiados y gitanos roms organizada por el Gobierno PS-PRG. La división de las filas trabajadoras según la nacionalidad, la religión o el color de piel nunca ha servido más que a la burguesía. Es también lo que pretenden causar los islamo-fascistas con sus atentados.
Todas las organizaciones de la clase obrera, partidos y sindicatos, deben romper con la unión nacional, exigir el levantamiento inmediato del estado de emergencia y exigir el fin de las operaciones militares del imperialismo francés en África y Medio Oriente.
Para erradicar el islamo-fascismo como el fascismo bajo todas sus formas, es necesario combatir el nacionalismo y volver al internacionalismo proletario, y terminar con el capitalismo en Francia como en todo el mundo. Los trabajadores, las trabajadoras, los jóvenes, deben unirse en una Internacional obrera que tenga por objetivo derribar a la burguesía francesa, a todas las otras burguesías imperialistas (occidentales y rusa) y a todas las burguesías de Medio oriente (islamistas y otras).
Grupo Marxista Internacionalista
(sección francesa del Colectivo Revolución Permanente, traducción por RP, sección peruviana)