Por un movimento de masas con un programa anti-capitalista y sin burocracia pro-burguesa

Como era esperable de cualquier gobierno de la burguesía, el 14 de octubre Kuczynski se cobraba su primer muerto del pueblo: el comunero apurimeño Quintin Cereceda. De esta manera criminal materializaba la delirante demagogia de su discurso inaugural sobre un país “justo, equitativo y solidario” a través de una “revolución social”.

Su Premier Zavala había sido, sin embargo, muy transparente por encargo suyo ante el Congreso. Van a ejecutar “reformas estructurales” para la reactivación económica, tales como una “reforma laboral para la formalización de la economía” que “facilite la entrada al mercado laboral”. A “destrabar grandes proyectos de inversión” por 18 mil millones de soles, incluyendo inversiones privadas en agua potable y saneamiento. Van a “ampliar la base tributaria” subiendo la recaudación al 17%. Van a “financiar asociaciones público-privadas con los ingresos excedentes del Estado” ha dicho el Ministro de Economía. Todo lo que significa, en buen romance capitalista, menos derechos para los trabajadores – especialmente para los jóvenes -, más despidos por “flexibilización laboral”, más privatizaciones, más regalo de nuestros recursos a las transnacionales y más exacción fiscal. No por gusto Zavala elogió a todos los gobiernos anteriores desde 1990, todos privatizadores y agresivamente anti-populares, mientras le invocaba a la bancada fujimorista “trabajar juntos”.

Qué otra cosa podía salir de un gabinete que resume todo lo sufrido por las clases explotadas en el último cuarto de siglo: un gobierno lleno de empresarios, con Presidente, Premier y Ministros de Interior, Energía y Mujer del toledismo, con Canciller y Ministros de Comercio, Salud, Ambiente, Inclusión y Defensa del Apra, del fujimorismo y del humalismo, con ejecutivos del Banco Mundial, Backus y otros, con la Confiep dirigiendo el Ministerio de Trabajo. El propio Kuczynski ha estado luego en Beijing promoviendo la entrega de nuestros puertos, yacimientos mineros y proyectos ferroviarios al imperialismo chino, así como negociando suculentos beneficios para la burguesía peruana de la agroindustria y el turismo, que como toda la clase dominante está exultante con su nuevo gobierno, no ya de tecnócratas del sistema, sino de plutócratas en sí mismos.

Para el pueblo trabajador, en cambio, las condiciones económicas solo pueden agravarse. Es el caso de los precios que siguen subiendo lenta pero inexorablemente. La inflación en términos anualizados está en 3,5% y se ha acumulado más de 15% en cinco años. La electricidad, por ejemplo, se ha elevado 37% durante el gobierno de Humala. En el rubro salud los precios han crecido 2,5% este año; en educación un 3,6%, por el alza de pensiones en la enseñanza pública y privada. Hay productos básicos que se elevan constantemente: leche, aceite. Pero el salario de la abrumadora mayoría nunca sube, claro está; algo muy distinto de lo que ocurre con los sueldos policiales y militares. Un policía puede ganar ya el doble que un maestro; en el Perú más vale ser un mercenario que apalea obreros y no quien los forma en las aulas.

Este gobierno es producto de las elecciones más anti-democráticas desde la caída de la dictadura fujimorista. Todas las candidaturas y bancadas del Congreso han sido cómplices de sus condiciones y resultados. La izquierda del sistema, la izquierda pro-capitalista, de un lado los partidos seudo-comunistas PC y Patria Roja y de otro el Frente Amplio anti-marxista (así como también Democracia Directa), hicieron posible la elección fraudulenta y luego endosaron su apoyo reaccionario a Kuczynski, avalando el ppkeikismo. En las instituciones estatales PPK y Fuerza Popular conciertan una repartija, en el Parlamento funciona una virtual alianza PPK-FA: el Frente Amplio « no obstruirá » el gobierno, decretó Verónika Mendoza ya desde junio, « el apoyo será a una agenda de consenso que impulsaremos de manera conjunta desde el Congreso ». Frente a todo esto 1 millón 200 mil votos nulos en la segunda vuelta representaron la dignidad y conciencia clasistas de un sector del pueblo.

En los próximos días tendrán lugar dos importantes eventos casi simultáneos en el país, pero de origen antagónico. Uno de ellos corresponde al campo de las burguesías imperialistas del mundo y el otro a la clase obrera peruana.

Del 17 al 20 de noviembre se dará cita el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). En este organismo, EEUU, Canadá, Rusia, China, Japón y Australia utilizan a otros catorce países dominados, entre ellos Perú, para consolidar su poder económico mundial. Durante su desarrollo, 1300 grandes empresarios de los países miembros cierran millonarios negocios a costa de la pobreza de pueblos asiáticos y americanos. Estas cumbres deben ser repudiadas por una decidida movilización del movimiento obrero y popular, pero, para hacerlo posible, algún cambio político positivo tendría que ocurrir en el evento alterno.

Del 16 al 18 de noviembre está convocado el XIV Congreso de la CGTP. La burocracia sindical oportunista que domina la Central lo postergó el año pasado para mejor dedicarse a apoyar oficialmente la candidatura pequeño-burguesa del Frente Amplio y luego la gran-burguesa de Kuczynski. Esta traidora y escandalosa política de apoyo a los enemigos de clase fue aplicada por primera vez con Humala y ahora la están convirtiendo en norma fatal para el proletariado. La dirigencia de la CGTP, obsecuente al PC y Patria Roja, se rindió ante el gobierno humalista y así garantizó todas las derrotas del movimiento de masas durante cinco años. Por eso, mientras la CGTP continúe secuestrada con métodos manipuladores, por dirigentes que no solo abandonan y entregan las luchas sino que se convierten en peones del enemigo, los trabajadores de la ciudad y el campo no podrán movilizarse radicalmente en frente único contra el TPP o contra eventos como la APEC. No podrán defender con éxito los derechos actuales ni asumir combates por nuevas conquistas.

Porque nunca esa burocracia que sostiene programas neoliberales conducirá a las masas hacia huelgas indefinidas con consignas que reflejen reivindicaciones históricas, ni luchará por levantar un organismo de poder proletario como una Asamblea Popular Nacional. Son las bases sindicales combativas las únicas que pueden darle a la CGTP una nueva dirección clasista.

  • Salud y educación públicas, gratuitas y de calidad, bajo control de las organizaciones populares.
  • Único Régimen Laboral con plenos derechos sindicales y completa estabilidad laboral. Nombramiento de todos los contratados. Respeto irrestricto a la jornada de 8 horas. Desaparición de los services.
  • Salario mínimo de S/. 2000.
  • Nacionalización sin pago de las transnacionales y la gran empresa, bajo control de sus trabajadores.
  • Control directo de todas las empresas estatales por sus trabajadores.
  • Estatización de todo el comercio exterior del país.
  • Anulación de los Tratados de Libre Comercio.
  • Desconocimiento de la Deuda Externa.
  • Ruptura con los gobiernos imperialistas, con el FMI, el Banco Mundial, el BID, la OMC, la APEC.

POR LA DESBUROCRATIZACIÓN DE LA CGTP
Y UNA NUEVA DIRECCIÓN CLASISTA

POR UN PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO

1 de noviembre del 2016