Un poderoso movimiento juvenil estudiantil
El brutal recorte del acceso a la función pública se resiente tanto más cuanto que es una vía de entrada de los estudiantes en la pequeña burguesía. El desempleo golpea duramente a los jóvenes proletarios y campesinos: el 40% de los jóvenes entre 15 y 24 años no tienen trabajo ni formación, lo que supone 18 millones de personas en situación precaria en uno de los países más pobres del mundo. Gracias a su concentración en los centros de formación, los estudiantes abrieron una brecha. A principios de julio, sus manifestaciones se hicieron masivas. Su dirección, no elegida, se llamó Estudiantes contra la Discriminación (SAD).
En general, el movimiento estudiantil permaneció aislado de la clase obrera y sus organizaciones. Se enfrentó inmediatamente a la represión estatal y a los agentes de la AL. El 14 de julio, a su regreso de China, Hasina provocó a los jóvenes preguntándoles si eran nietos de los Ravakars, los opositores a la independencia de 1971. Los estudiantes se reunieron en masa y estallaron enfrentamientos, con palos y piedras por un lado y gases lacrimógenos y balas de goma por otro. El 15 de julio, la represión causó 6 muertos y decenas de heridos. La organización juvenil de la AL, la Liga Chhatra de Bangladesh (BCL), atacó a los manifestantes y huelguistas, ayudada por la policía. El 16 de julio, la policía atacó los campus universitarios. La policía militar se desplegó en 5 grandes ciudades. El 17 de julio, el gobierno ordenó el cierre de todas las universidades. El 18 de julio, las agencias de noticias informan de 39 muertos. El 19 de julio, el gobierno cortó Internet, prohibió todas las manifestaciones, cerró fábricas e impuso el toque de queda.
Decenas de miles de manifestantes se enfrentaron a la policía y atacaron comisarías. Se prendió fuego a una prisión de Dhaka. El 21 de julio, el Tribunal Supremo revocó su decisión y propuso reducir los puestos reservados al 7%. El 22 de julio, un dirigente del SAD fue detenido en un hospital y torturado. El 24 de julio, el gobierno informó que 3 policías habían muerto, más de 1.100 habían resultado heridos, 281 vehículos policiales habían sido objeto de actos de vandalismo y 235 comisarías habían sido atacadas.
El 26 de julio, 3 líderes del movimiento estudiantil fueron detenidos en el hospital. El 27 de julio hubo 201 muertos, centenares de heridos, más de 9.000 detenidos y centenares de torturados. El 31 de julio, el SAD organizó una «Marcha por la Justicia» a la que asistieron decenas de miles de manifestantes de todo el país, entre ellos profesores y trabajadores. Una vez más, el movimiento fue reprimido con bastonazos y granadas. La policía perpetró decenas de detenciones.
Contra la represión: ¡unidad obrero-estudiantil!
La represión fascista, policial y militar protege al régimen de Hasina. El cierre masivo de las fábricas textiles del país durante el toque de queda y la corrupción de los dirigentes sindicales impiden cualquier vínculo entre la huelga general estudiantil y el movimiento obrero.
Sin embargo, sus reivindicaciones económicas y políticas podrían converger en un contexto de inflación (10% en 2023), desempleo, salarios, derecho de huelga y derechos democráticos. El sector de la confección (4 millones de trabajadores, la gran mayoría mujeres) representa más del 80% de las exportaciones del país. Estas exportaciones dependen de las grandes multinacionales de los centros imperialistas (principalmente estadounidenses, europeas y chinas).
La clase obrera lucha cada día por aumentar los salarios (el salario mínimo en la industria textil está fijado en el equivalente a 75 euros al mes, alrededor de $90.000 argentinos), reducir la jornada laboral (de 72 a 65 horas semanales) y mejorar las condiciones de trabajo. En noviembre de 2023, una huelga general en el sector condujo a un aumento del 56% del salario mínimo, a pesar de la represión de las patronales y el Estado burgués, aunque los huelguistas exigían un aumento del 300%.
No existe un partido obrero de masas que ayude a los trabajadores a ponerse a la cabeza de la lucha contra el Estado burgués. La clase dominante está dividida entre el AL, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) y el islamista Jamaat al-Islamia, que se opuso a la independencia. Dada la debilidad de la burguesía nacional, el Estado Mayor del ejército interviene regularmente en la vida política.
El BNP, Jamaat al-Islamia y el movimiento obrero boicotearon las últimas elecciones legislativas de enero porque el gobierno había encarcelado previamente a 20.000 opositores políticos. 80.000 están a la espera de juicio.
La incapacidad de apelar a los trabajadores y el pacifismo mostrado por la dirección del SAD, probablemente debido a la influencia de los partidos burgueses de la oposición en su seno, son catastróficos. Lo que hace falta es una organización juvenil revolucionaria, vinculada a la vanguardia obrera, para imponer la democracia en la lucha estudiantil y formar a sus brigadas de seguridad.
La responsabilidad de las organizaciones obreras, partidos y sindicatos, es declarar su solidaridad con la lucha estudiantil, crear comités de acción y autodefensa para enfrentarse a la policía y al ejército. En ningún caso el movimiento obrero puede depender de uno de los dos partidos burgueses que, a través de las milicias o al frente del Estado, mantienen el orden capitalista en el país. Sólo la unidad de los trabajadores y de la juventud puede rechazar a las fuerzas de represión.
¡Huelga general para derrocar a Hasina!
Para hacer frente al gobierno de Hasina, los trabajadores del país deben unir sus fuerzas a las de los jóvenes y los campesinos. Su fuerza política, en un momento de intensa lucha de clases, es su capacidad de paralizar todo el país. Esa fuerza es la huelga general. Al imponerse a las direcciones corruptas de los sindicatos (a menudo vinculadas a los dos partidos burgueses) y a los escombros del estalinismo y del maoísmo, la huelga general plantea la cuestión del poder. Mediante la elección de delegados y su centralización en un comité central de huelga, se cuestionaría el poder capitalista y se desarrollaría una situación revolucionaria.
Para avanzar en esta perspectiva, la clase obrera de Bangladesh necesita un partido obrero revolucionario. Aprenderá las lecciones de las traiciones de los partidos «comunistas», «laboristas» y «socialistas». Estos últimos, unidos en la coalición electoral de la Alianza Democrática de Izquierda (LDA), se limitan a pedir la dimisión del Primer Ministro y confían en el Estado burgués para obtener justicia, al igual que hace la dirección del SAD. Durante décadas y en cada gran lucha de clases (el movimiento por el idioma en 1952, las huelgas de 1968-1969, la guerra de independencia en 1971, la lucha contra la dictadura en 1990), estos partidos, surgidos del movimiento obrero, han confiado en la colaboración con un ala de la burguesía.
La vanguardia debe reagruparse sobre la base del programa de la revolución permanente. Los trabajadores necesitan un partido que se ponga a la cabeza de los asuntos sociales, para escapar del dominio de una u otra facción de la burguesía. Las reivindicaciones deben converger hacia el establecimiento de un gobierno obrero y campesino, una federación socialista del subcontinente indio.
Groupe Marxiste Internationaliste, 31 de julio de 2024 (traduction de Octubre Rojo)