Cómo el revisionismo se apoderó de la dirección del PCI

 

INTRODUCCIÓN

La constatación es amarga pero hay que hacerla: la orientación que la dirección del PCI imprime a la organización, de oscilación oportunista ha devenido en revisionista. “La línea de la democracia”, de “las reformas necesarias” ha sido sustituido a la de: “no pude resolverse si se teme emprender la vía que lleva al socialismo”, el “programa de la democracia”, conteniendo un cierto número de reivindicaciones, reemplaza la definición de una programa de acción anticapitalista centrado sobre el eje del gobierno obrero y campesino.

En lugar de una política tendente a ayudar a las masas a movilizarse, organizarse y combatir sobre su propio plan, se dirigen súplicas a las direcciones del PS y del PCF, a los diputados de estos partidos en la Asamblea Nacional. Marc Gauquelin, que Lambert designo como su gentil delfín en el 27º Congreso, desde la dirección del PCI, convertido en especialista de los editoriales de Informations Ouvrières no cesa de escribir:

“O bien lo diputados del PS y del PCF aceptan, cada diputado del PS o del PCF acepta ceder… o bien los grupos parlamentarios del PS y del PCF asumen sus responsabilidades.”

Millones de trabajadores, durante estos tres últimos años, han aprendido a costa de sí mismo que los diputados del PS y del PCF han tomado sobre sí la “responsabilidad” de cubrir la política del gobierno de la Union de la Gauche primer refrito, política de defensa de los intereses del capital, cuando estos millones los eligieron para defender los de la clase obrera y de la población trabajadora. Saben que los diputados del PS cubren al gobierno de la Union de la Gauche segundo refrito y que los del PCF, si no participan en un nuevo gobierno, maniobran entre el apoyo “condicional” y la “oposición”, sin abrir perspectivas gubernamentales. Los trabajadores se preguntan: ¿cómo dictar su voluntad a estos diputados que han elegido? Para esta pregunta no hay más que una respuesta: ir un millón a la Asamblea Nacional a dejarles clara esta voluntad.

Pero el gentil delfín designado continúa escribiendo: “o bien… o bien”. Sus últimas reflexiones le han  llevado, no obstante, a una conclusión que lo sitúa a la vanguardia del proletariado: “tanto va el cántaro a la fuente…” (editorial de Informations Ouvrières nº 1.173). Bergeron debe estremecerse en su sillón, él que no ha dejado de poner en guardia al gobierno Mitterrand-Mauroy-Fiterman-Crépeau ayer, al gobierno del ectoplasma de Mitterrand, Fabius, hoy: “atención, aplicad más moderadamente vuestra política, corréis el riesgo de explosión”.

El desarrollo de las oscilaciones políticas, de las tendencias hacia el revisionismo, se ha visto acompañado por una política de construcción de un partido trotskysta barato. Mil y un planes, cada uno más milagroso, debían permitir que surgiese “el partido de los 10.000”. “El gran salto adelante” estaba asegurado. Es suficiente con quitarle sal a la política del PCI, con adaptarla a las presuntas “ilusiones de las masas”, de no exigir a los que deben ser reclutados ni importantes cotizaciones ni participación constante en sus células, ni militantismo real, no darles ninguna formación, no hacerles participar en ninguna vida política real. Un cuerpo cada vez más importante de permanentes animando a una capa de activista se encargará de hacer de este magma “el partido revolucionario”. La concepción del reclutamiento al estilo Fiesta de L’Humanité para construir el “partido revolucionario” ha quebrado. Su resultado no podía ser otro más que un reclutamiento vacío y una descomposición política y organizativa del PCI.

Lejos de volver a una concepción sana de la construcción del PCI, de su vida, de su intervención política y de su funcionamiento, la dirección del PCI ha inventado una nueva panacea, al mismo tiempo que impulsaba una orientación abiertamente revisionista, ha encontrado una nueva solución milagrosa: “la construcción de secciones por un Partido de los Trabajadores”.

Este partido deberá ser una originalidad remarcable: a parte de “la democracia” no deberá de tener otro programa. Esto no es nuevo. Ya en 1935, Pierre Frank y Moliner abrieron el camino real para construir un partido revolucionario: la publicación de un “diario de masas”, La Commune, órgano de los “grupos de acción revolucionarios” (GAR). El folleto Les Enseignements de notre histoire explica:

“Los GAR se fijaban como tarea construir el partido revolucionario sobre la base de cinco consignas (¡!):

1.- Creación de comités de trabajadores y de comunas;

2.- Creación de milicias del pueblo y armamento de los trabajadores;

3.- Derrotismo revolucionario

4.- Gobierno de los obreros y los campesinos

5.- Reconstrucción del partido revolucionario.”

El folleto comenta: “El programa del partido revolucionario era literalmente envilecido y prostituido en una maquinación sin futuro. ¡El fracaso fue total! (Quelques enseignements de notre histoire, OCI, 1970, p. 18)

León Trotsky era más claro y franco. Escribió a propósito de los GAR y del periódico La Commune:

“El deber elemental de una organización revolucionaria es hacerlo de modo que su periódico político sea lo más accesible posible a las masas. Esta tarea no puede ser efectivamente resulta más que en función del crecimiento de la organización y de sus cuadros que deben abrir el camino del periódico en las masas pues, se sobreentiende, no es suficiente con bautizar a una publicación “periódico de masas” para que las masas la acepten en la realidad. Pero muy a menudo la impaciencia revolucionaria (que se transforma muy fácilmente en impaciencia oportunista) lleva a la conclusión que las masas no acuden porque nuestras ideas son muy complicadas y nuestras consignas muy avanzadas. Es necesario, pues, simplificar nuestro programa, aligerar nuestras consignas, en breve: echar lastre. En el fondo esto significa que nuestras consignas deben corresponderse no con la situación objetiva, no con las relaciones entre las clases analizadas con el método marxista, sino con apreciaciones subjetivas (muy superficiales, muy insuficientes) de lo que las masas pueden aceptar o no. Pero ¿qué masas? La masa no es homogénea. Se desarrolla, Sufre la presión de los acontecimientos. Aceptará mañana lo que hoy no acepta. Nuestros cuadros abrirán siempre con más éxito la vía a nuestras ideas y consignas si muestran que son justas, porque son confirmadas por los acontecimientos y no por apreciaciones subjetivas y personales.” (León Trotsky, « Qu’est-ce qu’un journal de masse ? », 30 de noviembre de 1935, Œuvres, t. 7, p. 174)

La dirección del PCI va más lejos que la de La Commune. No “simplifica” nuestro programa, no lo “aligera”, lo reduce a algunas consignas, no lo “envilece”: lo suprime. Combate por un partido de los trabajadores sin programa.

Para justificar esta posición, la dirección del PCI utiliza una astucia mediocre. Afirma: cualquier programa diferente al de la IVª Internacional no podría ser más que un programa centrista, por lo tanto el PT no debe tener programa pues entonces construiríamos una organización centrista. ¿Qué es entonces un partido sin programa? No es ni una organización centrista. Peor que los que los partidarios de La Commune pretendían construir. La dirección del PCI prosigue: el PCI combate por un PT sin programa pero sigue siendo fiel al programa de la IVª Internacional. Con otras palabras, el programa de la IVª Internacional es preciosamente colocado en reserva, los dirigentes del PCI son los guardianes vigilantes. En la actividad cotidiana, los militantes del PCI deben construir un PT sin programa (si no es el de la democracia). De tiempo en tiempo, los dirigentes evocarán las santas escrituras. Es peor aún que la concepción reformista del programa máximo y el programa mínimo.

El programa de transición La agonía del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional, no es eso. Es un método y un conjunto de consignas para la movilización de las masas que, partiendo de la situación real, abre la vía a la revolución proletaria y a la lucha por la toma del poder por el proletariado, para que instituya su dictadura en el marco de la democracia proletaria. Debe encontrar su traducción en programa de acción, como por ejemplo, el que León Trotsky inspiró a los bolchevique-leninistas franceses en 1934. Sobre tales bases, pues, la constitución de un nuevo partido, más amplio que no el actual PCI puede convertirse en un objetivo político por el cual la organización trotskysta pueda combatir. Pero sería así un partido que se afirmaría para comprometerse en la vía que lleva al socialismo, por la revolución proletaria y un gob9ierno obrero y campesino, por la toma del poder por el proletariado: un partido obrero revolucionario. Aún así sólo puede ser visto como una transición hacia la adaptación de la totalidad del programa de la Cuarta Internacional que, por otra parte, no se limita a la adopción del programa de transición.

La política revisionsita adoptada por la dirección del PCI y que ésta imprime no puede acomodarse con una discusión libre en el interior de la organización dentro del respeto a los normas del centralismo democrático. Está en formación una corriente política que, es muy probable, deberá llevar a la constitución de una tendencia combatiendo por el enderezamiento político y organizativo del PCI. Se ha montado un “affaire”: el “affaire Mélusine”. Mélusine ha sido acusado de haber falsificado las posiciones que Joëlle Bony tomó, bajo las directrices de Lambert y Dan, en el consejo municipal de Vénissieux. El 28º Congreso lo excluyó del PCI. Declaró que todo militante que no ratificase esta exclusión se “ponía él mismo fuera del partido”. Se ha realizado una verdadera depuración preventiva a partir de esta provocación.

Provocación puesto que Mélusine afirma simplemente: votando a favor de un alcalde PCF-Union de la Gauche, absteniéndose de votar el presupuesto, asociándose al homenaje tributado a los soldados franceses caídos en Líbano, la camarada (o mejor la dirección del PCI) ha violado el mandato por el que fue elegida: se ha alineado tras la Union de la Gauche e incluso asociado a una manifestación de unión nacional. Los electores de Vénissieux han demostrado cuál es su opinión:

1983

1984

Inscritos

33.489

31.579

Votantes

18.649

14.426

Abstenciones

44,5%

55,5%

Listas Frente Popular

59%

51% (pérdida en votos: 3.500)

Partidos burgueses

39,9%

37,9%   (pérdida en votos: 890)

Pequeños partidos

12% (Veil + Le Pen)

Listas apoyadas por el PCI

6,13 %

0,47%

Listas apoyadas por el PCI

1.096

67 (pérdida en votos: 1.029)

Pero Informations Ouvrières nº 1097 del 18 de marzo de 1983 se complace en señalar:

“El resultado de la lista obrera de unidad cobra todo su significado cuando se estudia en detalle: nuestro corresponsal llama, en efecto, la atención sobre los resultados obtenidos en las mesas de las ciudades en las que, durante meses, los militantes del PCI y de los grupos políticos constituidos a iniciativa de aquél por el respeto al mandato confiado en 1981. En el barrio de Minguettes… la lista de unidad obrera recoge 8,8%. Pero el estudio mesa por mesa es aún más revelador. Así, dos meses de votación corresponden a la calle de la Democracia, en la que se ha organizado un trabajo de reagrupamiento desde hace meses traduciéndose, notablemente, en reuniones contra el cierre de clases pero igualmente con el alza de los alquileres y de las cargas. En la primera mesa la lista de unidad obrera recoge 11,2% de los votos. En la segunda mesa en la que está inscrita Joëlle Bony, institutriz, cabeza de lista obrera de unidad, la lista de unidad obrera obtiene 19% de los votos. En estos dos casos la abstención se eleva respectivamente al 71 y 67%”

Seguimos el método de Informations Ouvrières nº 1097 del 18 de marzo de 1983. Rue de la Démocratie (Calle de la Democracia) en 1984, las dos mesas han sido fusionadas. Los resultados de 1983 y de 1984 son:

1983

1984

Inscritos

1.189

880

votantes

359

238

Lista apoyada por el PCI

50

2

Ahora bien, Joëlle Bony es institutriz en la calle de la Democracia. El Partido de los Trabajadores está activo allí.

El juicio de los electores de Vénissieux es exactamente el mismo que el de Mélusine. Le queda al 29º Congreso decretar: “falsifican”. En cuanto a excluirles, eso será difícil. Son ellos los que han dejado caer al PCI.

La rápida evolución de la dirección del PCI del oportunismo al revisionismo, el abandono de la construcción de un partido obrero revolucionario en provecho de una “Partido de los Trabajadores” políticamente indefinido, la provocación y depuración política deviniendo medios de dirección del PCI, he aquí lo que sorprende dolorosamente a centenares y centenares de militantes. Cierto, una organización revolucionaria no viva en un vaso cerrado. Es el instrumento de combate, pero también una encrucijada de la lucha de clases. Es el producto de la sociedad burguesa que combate. Lejos de ser un oasis socialista, está ligada a la sociedad burguesa que la rodea y presiona sobre ella. Está, y no puede dejar de estar, atravesada por contradicciones. Pero estas explicaciones generales no son suficiente: es necesario esforzarse en analizar cómo, por qué el PCI ha llegado donde está. Es indispensable para proseguir el combate por la reconstrucción de la Cuarta Internacional y la construcción del partido obrero revolucionario en Francia.

Esta contribución intenta establecer un primer análisis del cómo y el porqué el PCI ha llegado donde está ahora y de suministrar las primeras respuestas a: ¿sobre qué línea y cómo proseguir?

ALGUNAS OSCILACIONES Y TENDENCIAS OPORTUNISTAS

En relación con el MNA, autocrítica de “Algunas enseñanzas de nuestra historia.”

Las lagunas y debilidades teóricas y políticas del PCI no datan de hoy. El alineamiento político del PCI tras el MNA y, sobretodo, tras Messali Hadj, hasta la toma del poder por De Gaulle en 1958, está oficialmente admitido. En el folleto Algunas enseñanzas de nuestra historia se hace cierta “autocrítica” de este error. Las ráices serían según esta “autocrítica” que la dirección del PCI no había precisa que:

“El MNA no fue considerado por los trotskystas como un partido de tipo bolchevique sino como un partido cuyo programa recogiendo en parte los elementos del programa revolucionario debía, según el punto de vista de los trotskystas en la época, a través de mutaciones y crisis internas bajo la impronta de la intervención marxista, transformarse en un partido de tal tipo. El error de método era completo.

En efecto, el MNA y antes que él el PPA, después el MTLD, no estaban construidos sobre el “programa” de la IVª Internacional ni sobre el método del marxismo. El MNA, especie de partido populista de extrema izquierda, no podía convertirse en el crisol del partido revolucionario. Por muy radicales que hayan sido determinadas posiciones del MNA, por muy correctas que hayan sido las apreciaciones, aportadas por los trotskystas, comparando la política del FLN y la del MNA entre 1954 y 1958, fue TOTALMENTE FALSO abandonar la lucha en el seno del MNA por la selección de una vanguardia marxista, por una fracción trotskysta.

Pero las raíces teóricas del error deben buscarse más profundamente. Se sitúan en la no asimilación de la revolución permanente. En efecto, en un artículo publicado a principios de 1955, las perspectivas de la revolución argelina están correctamente establecidas. Pero la conclusión del artículo es totalmente errónea. Caracterizando a las fuerzas sociales en presencia, en relación con la extraordinaria debilidad de la burguesía argelina (“musulmana”) se vale de un “pueblo-clase” identificado con el proletariado.

Por muy débil que sea la burguesía argelina sigue siendo una fuerza social cuya potencia es considerablemente reforzada con el apoyo del imperialismo mundial y de la burocracia estalinista. No existe, ni jamás ha existido, un “pueblo-clase”. Existen las clases: burguesía y proletariado. El MNA, tanto como el FLN, representaron formaciones pequeño burguesas cuyo contenido burgués, por tanto incapaz de asumir las tareas de la revolución permanente, quedó claro ante la ausencia de partido obrero” (Quelques enseignements de notre histoire, OCI, 1970, p. 99)

Con la distancia, la crítica parece insuficiente.

El MNA y las concepciones de aparato

El modo de funcionamiento del MNA (un jefe histórico disponiendo de un potente aparato que le está estrechamente subordinado) impresionó a Lambert. Lambert veía en Messali y sus relaciones con su aparato un ejemplo del que sacar mucho para la construcción de un partido revolucionario en Francia, En la medida en que la desproporción de las fuerzas de la época entre el MNA y el PCI lo permitía, Lambert se esforzó en establecer relaciones de jefe a jefe, de aparato a aparato. Teniendo en cuenta la debilidad del PCI, ello llevo a la subordinación de éste al MNA política y organizativamente, so pretexto de ayudar a la revolución argelina. Los militantes del PCI fueron transformados en “porteadores de maletas”. La crisis de la IVª Internacional propinó, sin ninguna duda, un golpe terrible al PCI pero la política de subordinación estrecha política y organizativamente del PCI al MNA contribuyó considerablemente en debilitarlo, en reducirlo a 50 militantes en 1958. Mucho más teniendo en cuenta que esta política quebró.

Las raíces de estos “errores” en relación con el MNA eran ya el oportunismo y una concepción aparatil, tanto en lo que concierne al funcionamiento del partido revolucionario como también en lo que concierne a las relaciones de éste con el resto de organizaciones. Estas raíces nunca fueron arrancadas.

A propósito de la naturaleza de clases del estado cubano

Los errores de análisis cometidos a propósito del desarrollo y las consecuencias de la revolución cubana y la naturaleza del estado cubano sacan a la luz, igualmente, el oportunismo. Estos textos elaborados a fines de 1961-62 y votados por la CC me parecen que utilizaron un método correcto y permitieron llegar a unas conclusiones entonces justas. Lo digo con mucha más facilidad puesto que entonces yo no era miembro de la organización y no participé en nada en la elaboración de estos textos. Pero el análisis resultó bloqueado con motivo de las relaciones entre la OCI y la SLL. Ésta consideraba que no existía ni gobierno obrero y campesino en Cuba. En estas condiciones, admitimos (yo como el resto), como un postulado, que el estado reconstruido en Cuba era una estado burgués. Lambert, poco preocupado con el rigor teórico y política, se salió inventando para la ocasión  la teoría de un gobierno obrero y campesino que podía durar decenas de años. En la ocasión, utilizó la brumosa explicación de un gobierno obrero y campesino gestionando un estado no obrero, ni burgués, cuyos ejemplos lejanos habrían sido los gobiernos jacobinos de 1793-94.

“El estado cubano es un estado burgués”, ha sido durante mucho tiempo un tabú en el PCI. Para aquellos que no podían aceptar que un gobierno obrero y campesino durase 20 o 25 años y que un estado fuera socialmente asexuado más que la construcción de “teorías” inconsistentes y rebuscadas para justificar el “estado burgués cubano”. Es esto lo que, por mi parte, hice yo, especialmente en el tomo 2 de Défense du trotskysme, hasta el día en que expliqué que, según mi parecer, era finalmente insostenible pretender que el estado cubano era un estado burgués y propuse al BP escribir un artículo que retomase la discusión y dijese neta y claramente que el estado cubano es una estado obrero burocrático. El BP me autorizó a escribir este artículo, dejándome la responsabilidad (ver La Vérité, nº 588). Pero jamás se reabrió la discusión. Ninguna resolución no ha corregido hasta hoy en día este importante error teórico y político.

Mayo-junio 1968: la huelga general y la cuestión del gobierno

En mayo-junio de 1968 nuestra política no estuvo libre de debilidades. La huelga general, espontáneamente realizada, ponía en el centro de todo la cuestión del gobierno, la cuestión del poder. Desde la manifestación del 13 de mayo, las masas lo expresaron, pero de forma negativa lanzando la consigna: “De Gaulle, diez años ya son suficientes”. En nuestra organización, antes de la huelga general no abrimos la perspectiva de un gobierno, el gobierno PS-PCF sin ministros capitalistas tendente a poner fin a la Vª República. Durante la huelga general, planteamos, con justeza, la consigna de la constitución de un comité central de huelga general. No dimos respuesta a la cuestión del gobierno. No dirigimos a los dirigentes del PS y del PCF la reivindicación: realizad la unidad a fin de combatir conjuntamente por un gobierno de vuestros partidos que no incluya a ministros representantes de las organizaciones y partidos burgueses. Desde ese momento, lo quisiéramos o no, nuestra política tenía un carácter tradeunionista. Caímos en la ilusión de que la huelga general “organizada” por el CC de huelga se bastaría a si misma. Más aún, no tomamos ninguna iniciativa real que abriese la vía a la realización de este Comité Central de la Huelga General.

Ninguna organización revolucionaria puede escapar a las oscilaciones y tendencias oportunistas

Estas primera indicaciones son suficientes para mostrar que las oscilaciones oportunistas de la política del grupo a que el PCI fue reducido entre 1952 y 1968 (aunque en 1966 fuera proclamada la OCI, continuaba siendo un grupo) han sido a menudo muy fuertes e importantes. De todas formas, ninguna organización puede escapar a oscilaciones y a semejantes tendencias. Buscando las causas que han llevado a que hoy en día la dirección del PCI le imprima una línea revisionista, las que han conducido al funcionamiento burocrático, a lo arbitrario de hoy en día, nos es necesario señalar algunas de las oscilaciones esenciales y cómo se han manifestado, de forma más o menos acentuada, las tendencias. Es posible que, con ayuda de las circunstancias, se afirmen y se produzca una transformación de la cantidad en cualidad. Es posible. Está lejos de ser cierto, de estar escrito.

Un rasguño, sin embargo, puede  llevar a la gangrena

Hasta fecha relativamente reciente, no sin rasguños que podían infectarse y provocar gangrena, no sin heridas profundas, la orientación seguida, la política desarrollada, las posiciones tomadas, se situaban en el terreno del trotskysmo, en el marco del progre y de su método. Dejemos a los halagadores de Lambert afirma que casi en el detalle la orientación siempre ha sido, siempre es, siempre será correcta. Dejemos a los detractores de la OCI y del PCI afirmar que desde la eternidad la OCI estuvo maldita y condenada a lo peor, a todas las desviaciones, a todas las infamias.

DEL PCI AL GRUPO LAMBERT

El papel de la personalidad bajo determinadas circunstancias

Trotsky recuerda la importancia del partido en la lucha de clases pero, también, la de la dirección del partido para este mismo y, en determinadas circunstancias, la importancia de determinadas personalidades en la vida del partido y en la lucha de clases. Escribió:

“La historia es un proceso de lucha de clases. Pero las clases no miden su peso, ni automática ni simultáneamente. En el proceso de la lucha las clases crean órganos diferentes que juegan un papel importante e independiente y están sujetas a deformaciones. Es esto lo que nos permite, igualmente, comprender el papel de las personalidades en la historia. Por supuesto, existen grandes causas objetivas que han engendrado el régimen autocrático hitleriano, pero sólo pedantes y obtusos profesores del “determinismo” podrían hoy negar el papel histórico que ha desempeñado el propio Hitler. La llegada de Lenin a Petrogrado, el 3 de abril de 1917, ha hecho girar a tiempo al partido bolchevique y le ha permitido llevar la revolución a la historia. Nuestros sabios podrían decir, que si Lenin hubiese muerto en el extranjero a principios de 1917, la revolución de Octubre hubiese ocurrido “de la misma forma”. Pero no es cierto. Lenin constituía uno de los elementos vivos del proceso histórico. Encarnaba la experiencia y la perspicacia de la parte más activa del proletariado. Su aparición en el momento preciso en el terreno de la revolución era necesaria a fin de movilizar a la vanguardia y de ofrecerle la posibilidad de conquistar a la clase obrera y a las masas campesinas. En los momentos cruciales de los giros históricos, la dirección política puede convertirse en un factor tan decisivo como el de un comandante en jefe en los momentos críticos de la guerra. La historia no es un proceso automático. Si no ¿para qué los dirigentes? ¿para qué los partidos? ¿para qué los programas? ¿para qué las luchas teóricas?” (L. Trotsky, “Clase, partido y dirección”, agosto de 1940, La revolución española, vol 2, Editorial Fontanella, Barcelona, 1977, pp. 312-313)

En 1951, Pierre Lambert ya era un “viejo” militante del PCI de antes de la guerra, miembro de la CC y del BP desde hacía una decena de años, dirigente de la importante Comisión Sindical. Dirigente importante, era, sin embargo, un dirigente entre otros. En el momento de la exclusión de la sección francesa de la IVª Internacional en 1952, la dirección del PCI se reducía a algunos individuos. Bleibtreu, inspirador y dirigente de la lucha contra el pablismo desde 1951, y Pierre Lambert, dirigente de la Comisión Sindical, dirigían conjuntamente el PCI. Garrive ejercía, igualmente, un papel importante. Renard, Bloch, Lequenne un papel secundario. En cuanto a mi, no tenía experiencia de dirección de una organización trotskysta y mi papel y mi peso político eran limitados.

Las posiciones de Bleibtreu

Nada más ser excluido de la IVª Internacional el PCI, Bleibtreu y otros dirigentes del partido se pusieron manos a la obra en búsqueda de una solución milagrosa para la construcción del partido revolucionario. A partir de la exclusión de uno de los principales dirigentes del PCF, Marty, de su resistencia al aparato estalinista, y tras la crisis de la dirección de la burocracia del Kremlin durante la cual fue eliminado Beria, jefe del NKVD, Bleibtreu propuso que los militantes del PCI se volcaran en la construcción de “Comités de enderezamiento comunista”. El vuelco de los militantes del PCI en tales “comités de enderezamiento comunista”, artificialmente constituidos, llevó a la disolución del PCI. Al menos desde este punto de vista, sin lugar a dudas: la vida se repite. En 1948, los derechistas del PCI descubrieron la solución milagrosa a la construcción del partido revolucionario en este magma político que fue el RDR. En 1949-50, Pablo descubría otra solución milagrosa para la construcción de la IVª Internacional en la conversión de Tito al trotskysmo. Hoy en día le ha llegado el turno a Lambert mediante la construcción de secciones del PT, partido que no debe tener programa ni delimitación precisa, más aún: que nunca deberá construirse.

Bleibtreu excluido

En marzo de 1995, la minoría reagrupada alrededor de Bleibtreu fue excluida del PCI. Lequenne, uno de los dirigentes de esta minoría, escribió hace algunos años un folleto titulado Continuité et discontinuité du lambertisme. Arregla la historia a su manera presentando a Bleibtreu como si entonces hubiera sido la encarnación del trotskysmo. Pero cita extractos de una resolución votada por unanimidad (menos el voto del representante de la mayoría del PCI) por el Comité Internacional de la IVª Internacional constituido en noviembre de 1953:

“El CI ha tenido conocimiento, con indignación, de la decisión tomada por la CC del PCI el 21 de marzo excluyendo a los camaradas Bleibtreu, Lequenne y Fontanel, con mucha más indignación teniendo en cuenta que estos camaradas han demostrado su firmeza revolucionaria y no renegaron de la bandera del partido durante los interrogatorios de la policía.” [Se trata de interrogatorios realizados por la policía a propósito de artículos aparecidos en La Vérité tratando sobre la guerra de Argelia].

Lequenne prosigue:

“El CI recordó enseguida a la dirección del PCI que el centralismo democrático bien entendido no busca aislar y excluir de la colaboración a una minoría del partido sino que, todo lo contrario, busca ganar a las minorías para la colaboración y busca constantemente reducir las fricciones eventuales con las minorías. Una organización revolucionaria demuestra, precisamente mediante semejante comportamiento, su madurez y conocimiento de sus responsabilidades ante la clase obrera”

Estoy seguro de que la orientación preconizada por Bleibtreu era liquidadora. Lo estoy menos de que los métodos y medios utilizados para excluirle a él y a su corriente no justificasen la “indignación del CI”.

Lambert monopoliza la dirección

El 14 de julio de 1955, Garrive se ahogó en el Marne. El peso de Lambert en la dirección del PCI se convertía en aplastante. En la práctica se convirtió en el único de “la dirección”. Lo controlaba todo. Los años siguientes, el monopolio de dirección de Lambert se reforzó aún más.

La subordinación del PCI al MNA lo agota

La subordinación política del PCI al MNA, la logística que el PCI, organización ya de por sí extremadamente débil, asumió, aplastó toda vida política real en su seno. Más que nunca Lambert centralizaba y monopolizaba la dirección. Los otros dirigentes no eran más que sus adjuntos.

Mesalli Hadj, y tras él el MNA, se declararon abiertos a la política argelina de De Gaulle cuando éste la anunció tras tomar el poder. Lambert, a menos que se liquidase como trotskysta, se vio obligado a romper. Bien seguro: lo que quedaba del PCI adoptó la nueva posición de Lambert. Pero sólo quedaban una cincuentena de militantes. Fue entonces cuando Lambert hizo una cruz sobre el PCI.

Se acabó la organización trotskysta

Después de la toma del poder por De Gaulle dejó de existir organización trotskysta oficial. La Verité se convirtió en una “revista trotskysta”: gerente Pierre Lambert. Rápidamente, Lambert hizo aparecer semanalmente una hoja ciclostilada Informations Ouvrières: responsable Pierre Lambert. La sociedad “Presses Universitaires”: gerente Pierre Lambert. Todo parecido. El grupo trotskysta dejó de tener existencia y expresión oficiales. Tenía pocos militantes. Era informe y débil políticamente. La estimación política era que la venida de la Vª República había abierto un período de retroceso de la clase obrera. En consecuencia, el grupo trotskysta iba tirando bajo una especie de semiclandestinidad.

Ruptura del SWP con el CI

El SWP siempre se negó a impulsar la construcción y la vida de la IVª Internacional. Hizo del Comité Internacional una instancia federativa e incluso consultiva. Bien pronto, el SWP y la organización argentina que dirigía Moreno se adentraron en un curso político que permitió la reunificación con el SI en 1963 y la constitución del SU. El CI se convirtió en un organismo en el que se reunían Lambert y Healy, y en el que, al menos hasta la preparación y realización de la 3ª Conferencia del CI en 1966, negociaban  entre ellos compromisos en nombre de la “IVª Internacional”, manteniéndose cada uno de ellos como amo de “su” organización. La posición dominante de Lambert en el seno del grupo trotskysta francés aún resultó más reforzada. A los ojos de los trotskystas franceses encarnaba la continuidad del trotskysmo.

El grupo Lambert

Los años 1955-1964 son los años en los que se constituye el “grupo Lambert”. Lambert junta todo en su persona, para lo bueno y para lo malo. Hacía lo que quería, cuando quería y como quería. Tenía una sola regla: la suya. El grupo Lambert sólo tenía también una regla: la de Lambert. En 1966, el grupo Lambert se convirtió en la OCI. En 1982, el PCI fue proclamado de nuevo. Pero los rasgos del grupo Lambert se perpetuaron. La forma en que Lambert hizo funcionar al grupo marcará de forma indeleble al grupo, a la OCI y al PCI. Lambert siempre ha sido pródigo en declaraciones: “Es preciso dejar de funcionar como el grupo Lambert, hay que funcionar como una organización, como un partido.” La realidad era bien diferente. Lambert siempre ha considerado a la OCI, al PCI, como su propiedad privada y ello en todos los sentidos, incluyendo el financiero. Esta situación fue el resultado de las condiciones surgidas de la crisis de la IVª Internacional, de la desagregación de la dirección del PCI y del mismo PCI. Después Lambert no fue controlado y fue incontrolable. Todo dependía de él. Todo giraba en torno a él. Insisto otra vez más: fue así y ha sido así siempre para lo bueno y para lo malo.

Una aportación considerable

Lambert sólo ha podido ocupar la posición que ha ocupado en función de que fue capaz de impulsar políticamente al grupo y a la OCI, impulsar su construcción en tanto que organización trotskysta, es decir a partir del programa y del método de la IVª Internacional, no sin distorsiones, faltas y debilidades pero de una manera general. Las oscilaciones y tendencias oportunistas no deben hacernos olvidar estas aportaciones considerables.

Teniendo en cuenta los años 1958-1968 se pueden citar:

  • Tras la toma del poder por De Gaulle el combate por el frente único de las organizaciones obreras, por la defensa de las libertades democráticas, por la independencia de clase del proletariado, de sus organizaciones y, especialmente, de los sindicatos;
  • Dirigir resueltamente el grupo, y después la OCI, hacia la intervención en la lucha de clases, el trabajo sindical, el trabajo entre los estudiantes;
  • La definición de la estrategia de la LOR en el 14º Congreso del PCI en diciembre de 1965;
  • La reconstitución de una organización estructurada que la decisión de fundar la OCI concretó.
  • La lucha contra Frankel que intentaba utilizar la organización para defender y propagar las teorías de Reich sobre las relaciones sociales y las cuestiones sexuales, actividad ajena a la de la construcción de un partido de la IV ª Internacional;
  • La intervención de la OCI y de sus militantes en los procesos de la lucha de clases, a favor de “todos juntos” durante los años y meses que precedieron al movimiento de los estudiantes y a la huelga general de mayo-junio de 1968, así como la intervención en este movimiento, incluso si no estuvo libre de debilidades;
  • La fidelidad al principio del internacionalismo proletario concretándose por encima de todo en la lucha por la reconstrucción de la IVª Internacional sobre la base del Programa de Transición, afirmando su continuidad, a pesar de que esta lucha estuvo marcada por compromisos y arreglos discutibles con Gerry Healy, Lora, Moreno y otros.

LAMBERT: DEL COMITÉ INTERNACIONAL AL CORCI

La 3ª Conferencia del CI y el complot

En relación con lo apuntado no carece de interés recordar la 3ª Conferencia del Comité Internacional que se realizó del 4 al 8 de abril de 1966 en Londres. A petición de la OCI, y no sin dificultades, esta conferencia fue convocada y preparada. La SLL era entonces la organización trotskysta más fuerte en el mundo. Tomó a su cargo la preparación política y material de la Conferencia. En esta ocasión la SLL quería afirmar su hegemonía sobre el Comité Internacional. Para hacerlo, Gerry Healy debía intentar someter la OCI a sus deseos. Por acuerdo entre los miembros del CI, Lora, el grupo Robertson (grupo que había roto con el SWP), Voix Ouvrière (VO) habían sido invitados a participar en la Conferencia. La SLL no envió a Lora el dinero necesario para su viaje. Así, fue eliminado. Por el contrario, Gerry Healy había organizado un bloque entre la dirección de la SLL, Robertson y VO; quería hacerlos adherir, admitirlos como miembros del CI y obligar a la OCI, arguyendo la autoridad de la Conferencia y del conjuntos de sus participantes, a entablar conversaciones en vistas a una unificación sin principios con VO.

Una propuesta de Lambert desbarató este “complot”.

Lambert propone: reafirmación de la IVª Internacional

Propuso que en una resolución de la Conferencia y de las organizaciones que participaban en ella reafirmasen: la fundación de la IVª Internacional en 1938 fue justa y necesaria; la fidelidad al Programa de Transición; la continuidad de la IVª Internacional fue asegurada por el Comité Internacional; la tarea es proseguir el combate siguiendo asumiendo esta continuidad. La SLL no podía rechazar semejante resolución, o evitar votarla, sin renegar oficialmente. Robertson, que había roto con el SWP pero cuestionando la IVª Internacional, Voix Ouvrière, que siempre se había pronunciado contra la fundación de la IVª Internacional y siempre rechazó su programa, no podían votar esta resolución.

Estallido del “bloque”

El bloque estalló durante una sesión digna de una escena de locura en un psiquiátrico. A decir verdad, la actitud y los métodos utilizados entonces por Gerry Healy y la dirección de la SLL fueron verdaderamente escandalosos. Con un pretexto cualquiera, el “invitado” Robertson fue expulsado manu militari del local de la SLL. VO abandonó la Conferencia. Sin embargo, el “bloque” tenía ramificaciones en el OCI. Varga había establecido un acuerdo con Healy y VO. Lambert pretende que Broué, de acuerdo con Varga, participó igualmente en el complot.

Sea como sea, la dirección de la SLL, políticamente desamparada, adoptó el conjunto de las posiciones y la orientación que la OCI habían defendido durante la Conferencia, Particularmente admitió que asumir la continuidad de la IVª Internacional no consistía en afirmar pura y simplemente “el CI es la IVª Internacional” sino en combatir por su reconstrucción. La Conferencia decidió “preparar políticamente en el plazo de un año y medio una Conferencia Internacional cuyo objetivo será reunir a todas las organizaciones trotskystas que combaten por la IVª Internacional”.

Vuelta a las relaciones jefe a jefe

Lambert volvió rápidamente a determinado tipo de relaciones basado en “compromisos” y “acomodos” concluidos entre Gerry Healy y él. El CI no se convirtió en la fuerza internacional impulsora de la reconstrucción de la IVª Internacional. La Conferencia proyectada jamás se realizó. Los años 1968-1971 estuvieron marcados por crisis entre la SLL y la OCI. Con motivo de estas crisis fueron escritos algunos textos. Pero llegó el momento en que Lambert, tras haber votado un texto que cuestionaba la no aplicación por la SLL de la orientación definida en la 3ª Conferencia, de hacerlo mecanografiar, se las arregló para que no fuera multicopiado y difundido porque, en el fondo, este texto no le convenía. Cada crisis era seguida por un nuevo compromiso y acomodo entre “lideres máximos”.

IRJ: Lieja, Essen

Como máximo se produjeron, durante estos años, algunas actividades comunes en la línea de la construcción de una internacional revolucionaria de la juventud.

Las Young socialists (organización de la juventud de la SLL), el reagrupamiento joven realizado en torno al periódico Révoltes y el Comité de liaison des étudiants révolutionnaires que la OCI impulsaba, participaron en la manifestación de Lieja bajo sus propias banderas y lanzando sus propias consignas. Esta manifestación tuvo lugar en 1967 en respuesta al llamamiento de los Jeunes gardes socialistes belgas que impulsaba el SU. Las YS también participaron, pero débilmente, en el encuentro internacional de la juventud que la AJS organizó en Essen en julio de 1971.

Estallido del CI

En noviembre de 1971, el Comité Internacional estallaba. En Essen, las YS propusieron una enmienda a la resolución general. Podía leerse: “la juventud debe consagrarse ante todo a la tarea de desarrollar la teoría marxista”. A iniciativa de la AJS, diplomáticamente, esta enmienda fue reenviada, por un voto, en comisión, a discusión en las instancias de la Internacional Revolucionaria de la Juventud. En octubre de 1971, en réplica a los ataques de la dirección de la SLL contra la dirección del POR boliviano, Lambert, en nombre de la OCI, Balazs Nagy, en nombre de la Liga de los Socialistas Revolucionarios de Hungría y del Comité de Organización de los Comunistas (trotskystas) de Europa del Este, Lora en nombre del POR, publicaron una declaración. En ella afirmaban:

“Las tres delegaciones reunidas en París consideran que la discusión es legítima, tanto entre secciones del CI como en el interior de las secciones. Condenan el método utilizado por la Workers League (healystas de los EEUU) y la SLL que condenan públicamente a la sección boliviana del CI. Por esta razón, las delegaciones de la OCI y del Comité de Organización de los Países de Europa del Este, están de acuerdo en la solicitud del camarada Lora para que se reúna un plenario del CI para discutir un informe sobre la revolución boliviana y la reconstrucción de la IVª Internacional que ha preparado la dirección del POR.” 12 de octubre de 1967.”

Bajo mi firma en tanto que secretario del CI, cargamos con la responsabilidad de convocar una reunión del CI en París. Refiriéndose a Essen, a la declaración de los tres, a la convocatoria de una reunión del CI en París, la SLL publicó a su vez una declaración. En ella se proclamaba: “Es un escisión en relación con el CI y su política. Una escisión llevada a cabo por una minoría.”

Convocaba “su reunión” del CI que se realizó el 5 de noviembre de 1971. Durante esta reunión, la OCI y las organizaciones que estaban de acuerdo con ella, fueron excluidas del CI.

Las razones del estallido

Los motivos del estallido del CI son principistas, estratégicos y programáticos. La OCI defendía sus posiciones y una orientación fieles a la IVª Internacional y a su programa. Sin embargo, no hay dudas que Lambert, tratando con Healy de potencia a potencia, de jefe a jefe, disponiendo cada uno de ellos de medios más o menos poderosos, teniendo cada uno de ellos “su” organización, perpetuó un esterilizante modo de funcionamiento del CI. En la práctica ayudó  a Healy a bloquear la vida política en el seno de la SLL, a impedir cualquier clarificación y, finalmente, a organizar la ruptura cuando Gerry Healy estimó que ya no le interesaban, ni le eran posibles, nuevos compromisos ni nuevos acomodamientos.

El asunto Varga

El asunto Barga es otro ejemplo de las concepciones de Lambert en lo que atañe a la dirección y funcionamiento de la organización. Propulsó, literalmente, a Varga en la OCI y en el CI. De forma manifiesta lo ascendió y promovió, rápidamente, al BP. Incluso le ayudó a financiar sus negocios personales.

Varga tenía, sin ningún genero de dudas, conocimientos infinitamente más grandes que muchos de los dirigentes del PCI y verdaderas capacidades. Pero el sistema de dirección de Lambert permitió a Varga hacer casi lo que le vino en gana mientras pareció ser uno de sus “fieles” y que, a pesar de la mancha de la 3ª Conferencia del CI, parecía aplicar sus directrices. Esta fue, sin dudas, la razón de la extraordinaria violencia de que hizo gala Lambert contra Varga cuando se dio cuenta, en la conferencia internacional de julio de 1972, de que Varga lo doblaba y llevaba a cabo su propio juego.

Ruptura con Lora

Lambert procedió con Lora de la misma forma que lo hizo con Healy. Era justo brindar al POR y a Lora el máximo de apoyo material en la medida en que eran víctimas de la represión y en que, además, los medios de que disponían, en razón de la pobreza de Bolivia, eran muy limitados. No era justo tratar otra vez de poder a poder, de jefe a jefe y evitar llevar hasta el fondo las discusiones política sobre el frente único antiimperialista, sobre la concepción mesiánica del papel del proletariado boliviano y, por tanto, de la forma en la que Lora dirigía el POR de modo igualmente autocrático. Es cierto que, sobre este último punto, Lambert, Healy y Lora podían darse la mano. El resultado fue una nueva ruptura cuando Lora abandonó el Comité de Organización por la Reconstrucción de la IVª Internacional (constituido en la conferencia de julio de 1972 tras el estallido del CI) a causa de la exclusión del CORCI de Política Obrera.

Lambert reforzado personalmente

El estallido del CI, la constitución del CORCI, la salida de Lora del CORCI, todo ello reforzó aún más la posición de Lambert, su aura de jefe histórico en el seno del CORCI y de la OCI. Semejaba ser la encarnación de la continuidad de la IVª Internacional, el depositario de su programa. En el CORCI, era el único dirigente que, por su antigüedad y sus servicios prestados, podía representar ante los dirigentes del SU esta continuidad y “ortodoxia”.

DE 1968 A 1978: MÚLTIPLES INICIATIVAS DE REAGRUPAMIENTO POLÍTICO

Los años 1968-1978 son los años en los que la OCI se construye e inserta en el movimiento obrero. La OCI toma múltiples iniciativas políticas. Elabora numerosos textos. La lectura de estos textos, el recuerdo de esas posiciones, permite darse cuenta de numerosos errores y, al mismo tiempo, de que algunas enseñanzas enriquecedoras pueden extraerse. Así, las famosas tesis del 17ª Congreso no aportaron gran cosa en lo concerniente al análisis de la situación internacional, la crisis conjunta del imperialismo y de la burocracia del Kremlin y de las burocracias parasitarias. Textos anteriores ya contenían los desarrollos que están incluidos en dichas tesis. Incluso puede decirse que la famosa fórmula del “período de la inminencia de la revolución” es una de aquellas fórmulas en las que Lambert es pródigo y que, generalmente, son confusas. La “revolución es inminente” desde la Primera Guerra imperialista. Es más que inminente, ha conocido múltiples y numerosos desarrollos. Si no ha resultado victoriosa a escala mundial hasta ahora ha sido a causa de la crisis de la dirección revolucionaria. Un nuevo período de la revolución quedó abierto en 1968. Lo que permite caracterizarlo de esta forma es la conjunción de la revolución social y de la revolución política y, sobretodo, la tendencia objetiva del proletariado a “reagruparse sobre un nuevo eje” y, en consecuencia, a buscar las vías de una nueva internacional, de partidos revolucionarios. Gracias a una relectura más atenta sacan sin embargo, me parece que correctamente, las enseñanzas de la huelga general de 1968. Por el contrario, el punto 5 de la resolución del 18º Congreso, visto a la luz de las posiciones sobre la “democracia”, no dejar de ser equívoco. Los textos y artículos polémicos que fueron escritos contra las posiciones que la SLL defendía deben ser considerados como aportaciones teóricas importantes para la acción política y para la actividad de construcción de la OCI y de reconstrucción de la IVª Internacional.

Defensa y toma de la dirección de la UNEF

La batalla en 1969-71 por la defensa de la UNEF, en tanto que organización sindical, tuvo una enorme importancia política y consecuencias considerables. Esta batalla salvaguardó las bases que permitirían llevar adelante el combate por la construcción de la UNEF y, posteriormente, la constitución de la UNEF independiente y democrática. Llevó a la derrota de los izquierdistas que querían destruir la UNEF trasformándola en un “movimiento político de masas” y a una derrota de los estalinistas que querían desnaturalizarla encadenándola al carro de la “participación”. Los estalinistas perpetraron entonces la escisión y crearon la UNEF-Renouveau que más tarde tuvieron que rebautizar “UENF-solidarité”. La UNEF es, evidentemente, una organización indispensable para los estudiantes pero también tiene una posición que se integra en el movimiento obrero. Los trotskystas se convirtieron en los dirigentes de una organización sindical que, por definición, tiene vocación de ser una organización de masas. Por lo mismo, fueron llevados a inscribirse en el movimiento sindical en general y a establecer relaciones y anudar lazos  con las direcciones de las confederaciones y con la de la FEN.

No es posible enumerar, y mucho menos comentar, todas las intervenciones, luchas y campañas políticas que llevó adelante la OCI durante estos años. Sea suficiente con recordar:

Lambert en el mitin del 22 de mayo de 1969

La realización, el 22 de mayo de 1969, de un importante mitin. Lambert pronunció en él el principal discurso. Dijo sin ambages:

“La lucha por la unidad de la clase, por el Frente Único, es, pues, por definición, una lucha contra la burguesía y su estado. Toda política, toda consigna de carácter burgués, lleva por definición a la división del frente de clase. A la luz de las constataciones extraídas de la experiencia secular de la lucha de clase y del marxismo, es posible caracterizar la actual política de los partidos obreros. La SFIO se pronuncia a favor de la democracia burguesa, igual que el PCF, ya que ¿qué es la “democracia avanzada” como etapa particular hacia el socialismo sino una política que se sitúa en el marco burgués? Una de dos cosas: o el PCF combate por el socialismo o se fija como objetivo una “democracia avanzada”, pues ésta no es el socialismo y los dirigentes del PCF admiten ellos mismo que esta democracia es la forma política de una sociedad en la que persiste la propiedad privada de los medios de producción.” (La Verité nº 544, junio de 1969, p. 21).

Evidentemente, Pierre Lambert no se situaba en la “línea de la democracia” y no defendía el “programa de la democracia”. Declaraba con justeza: “Toda política, toda consigna de carácter burgués, lleva por definición a la división del frente de clase.” Dejaba bien claro, pues, que la “línea de la democracia burguesa” divide a la clase obrera.

Elecciones de 1973

El 1 de febrero de 1970, a iniciativa de la AJS, miles de jóvenes se reunieron en Bourget.

En junio de 1970, se realizaba el Congreso de la Alianza Obrera: 452 delegados (1 por cada 10), es al menos lo que fue comunicado oficialmente.

En febrero de 1972, se realizó la Conferencia Nacional “Por un Gobierno Obrero y Campesino”: 800 delegados representando a 10.000 trabajadores y jóvenes (comunicado oficial).

Por primera vez, si se exceptúa la candidatura en un solo sector en 1967, en marzo de 1973 la OCI realizaba una campaña electoral. En estas elecciones legislativas presentó 20 candidatos. Los resultados electorales fueron más que modestos. Era inevitable. Pero esta fue, desgraciadamente, la única vez en la que la OCI participaba en unas elecciones bajo su bandera y programa. Habría que esperar a las elecciones municipales de 1983 para que el PCI sostuviese a candidatos, pero no se presentó bajo su propia bandera defendiendo su propio programa.

Asamblea Nacional de delegados el 15 de diciembre de 1974

En las elecciones presidenciales de 1974, Giscard d’Estaing fue elegido frente a Mitterrand sólo por el 50,7% de los votos emitidos, con 49,3%. A consecuencia de ello la OCI llamó a la realización de una asamblea nacional de delegados elegidos en las empresas, barrios, universidades y escuelas. Se reunió el 15 de diciembre de 1974 en París. Participaron en ella, según las estimaciones oficiales, “878 delgados representando a 18.948 trabajadores y jóvenes”. Votaron un llamamiento a los dirigentes del PS y del PCF exigiéndoles que realizasen la unidad a fin que “el gobierno Giscard-Chirac desaparezca”, “por un gobierno PS-PCF” que 80.000 trabajadores y jóvenes firmarían. El objetivo de este llamamiento era preparar un encuentro en París el 20 de abril de 1975. No se realizo uno sino tres. Se hicieron en París, Lyon y Nantes el 27 de abril y, según las cifras oficiales, reunieron a 13.000 participantes. Hagamos notar que, en el panfleto de la OCI llamando al 27 de abril de 1975, puede leerse:

“La posición de la OCI es neta y precisa. El gobierno Giscard-Chirac lleva directamente a la catástrofe porque es un gobierno burgués y todo el sistema capitalista va a la catástrofe. Ninguno de los problemas planteas a la clase obrera puede encontrar solución en el marco de este régimen. Sólo la expropiación del capital, la organización de la producción siguiendo un plan que se corresponda con la satisfacción de las necesidades de las masas, puede aportar una solución a la crisis y puede evitar la ruina. Sólo la instauración de un gobierno obrero, apoyándose en la clase obrera y en las masas explotadas, organizadas en comités, como se desarrollan hoy en día en Portugal, destruyendo al estado burgués, instaurando el poder obrero, podrá expropiar al capital y reorganización la producción para la satisfacción de las necesidades de las masas” (La Vérité nº 567, mai 1975, p. 75)

Otras Asambleas Nacionales

Durante los años siguientes la OCI impulsó la preparación de numerosas asambleas de este tipo:

  • 16 de mayo de 1976, asamblea nacional de delegados de los “comités universitarios de base”. Oficialmente, 861 delgados presentando a 380 CUB;
  • diciembre de 1976, oficialmente 450 delegados representando a 349 CUB se reúnen de nuevo;
  • 22 de abril de 1977, por primera vez la OCI organiza un mitin en la Porte de Pantin. Expone y defiende en él su política bajo sus propias siglas. Oficialmente: 4.500 participantes.
  • 24 de abril de 1977, encuentros nacionales a favor del “Frente Único Obrero”. Oficialmente 1.200 delegados.

1977: compromiso de desistimiento

A partir de 1977, el combate por el FUO, para acabar con el gobierno Giscard-Barre y la Vª República debe dar respuesta a la campaña de división abierta por la dirección del PCF con el pretexto de reactualizar el programa común. Evidentemente, existía ya en el plano electoral una mayoría PS-PCF en el país. Las elecciones legislativas tenían que haberse producido en marzo de 1978. Para el PCF se trataba de impedir, a cualquier precio, la derrota de Giscard, del RPR y de la UDF en estas elecciones. La OCI emprende la batalla para que los dirigentes del PS y del PCF se comprometan antes de la primera vuelta a desistimientos recíprocos en la segunda vuelta a favor de los candidatos del PS o del PCF que obtuviesen  más votos en la primera vuelta. El 16 de noviembre, durante un mitin en la Mutualité, se vota un llamamiento a los dirigentes del PS y del PCF. Les exige realizar inmediatamente este compromiso reciproco. Según las indicaciones de La Vérité, en un mes este llamamiento logra 25.000 firmas

Mitin en Pantin el 27 de enero de 1978

La OCI convoca un segundo mitin en Patin. Se realiza el 27 de enero de 1978. Oficialmente 5.300 participantes. Dos días después se realiza una segunda sesión de la Conferencia Obrera y Joven. Oficialmente: 1.200 delegados.

Esta campaña era justa. Se correspondía con las aspiraciones del conjunto de los trabajadores. Fue un éxito. Pero se dice que a menudo es suficiente una cucharada de alquitrán para estropear un barril de miel. La declaración de la CC del PCI sobre la posición de la organización estaba marcada por la cuchilla del oportunismo cuando afirmaba:

Justificación oportunista: la OCI no presenta candidato en marzo de 1978

“En función de las circunstancias políticas, el Comité Central de la OCI, decide no presentar candidatos: lo más importante en estas elecciones es combatir para que sea elegida una mayoría PS-PCF en la próxima Asamblea Nacional.”

No, lo más importante para militantes fieles al programa de la IVª Internacional, que combaten por la construcción de una sección francesa, que estiman que la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria es desplegar su bandera, defender su programa, desarrollar su política, política que debe incluir el compromiso, antes de la primera vuelta, de desistimiento en la segunda vuelta. Ninguna excusa más que la de la vía de la facilidad, de la búsqueda de la menor dificultad, justifica esta toma de posición (he de decir, para que no haya equívoco, que yo voté esta resolución, que estaba de acuerdo y que tengo, por tanto, responsabilidad). Tras esta decisión había toda una orientación que nos llevaría muy lejos. Por otra parte, con toda normalidad era igualmente la renuncia a la construcción de la OCI lo que implicaba, a pesar de todos los magníficos planes ulteriores de “construcción”.

Nueva Conferencia Nacional: disolución de la Asamblea Nacional

Más que nunca, tras las elecciones a la Asamblea Nacional, el eje de la política de la OCI, fue, con justeza: hay que acabar con el gobierno Giscard-Barre, con la Vª República. Apoyándose en el resultado de las elecciones parciales, la OCI relanzó su consigna de frente único del PS y del PCF para imponer la disolución de la Asamblea Nacional cuya mayoría de la UDF-RPR era minoritaria electoralmente en el país. Una nueva conferencia obrera y joven se reunió los 11 y 12 de noviembre de 1978. Esta conferencia se fijó el objetivo de un reagrupamiento nacional y masivo en París en el mes de abril de 1979 ante y contra la Asamblea Nacional en la apertura de las sesiones de primavera.

A PROPÓSITO DEL GOBIERNO PS-PCF SIN MINISTROS REPRESENTANDO A LAS ORGANIZACIONES Y PARTIDOS BURGUESES Y DEL GOBIERNO OBRERO Y CAMPESINO

Gobierno Obrero y Campesino y Gobierno del PS y del PCF

El eje de la política del PCI desde 1968 hasta 1981 fue el combate por el frente único obrero, por el gobierno obrero y campesino. El Informe del 20º Congreso del PCI (16 al 30 de diciembre de 1975) lo establece netamente. El Informe muestra que las debilidades e insuficiencias de nuestra orientación y, por tanto, de nuestra intervención política provenían de nuestra deficiente asimilación de la significación e importancia de la consigna de Gobierno Obrero y Campesino y del combate por esta consigna. Desde este punto de vista, critica las posiciones de la OCI antes de la huelga general de mayo-junio de 1968, que ya habían sido criticadas en las tesis del 17º Congreso:

“La cuestión del gobierno no fue verdaderamente planteada por la OCI antes de la huelga general. No plantear como centro de la propaganda y de la agitación la cuestión gubernamental es, en los hechos, no comprender el movimiento real que integra como categorías distintas pero enlazadas el movimiento de la clase que objetivamente se dirige contra las bases del estado; también es reducir el movimiento espontáneo al tradeunionismo y, por ende, caer en las posiciones espontaneistas, obstáculos al movimiento.”

Mayo-junio de 1968: Gobierno y Comité Central de la Huelga General

“La lucha por las reivindicaciones proviene de la cuestión del poder, de la revolución. Tenemos que precisar. Era completamente correcto plantear la perspectiva del gobierno obrero y campesino como lo hicimos en la huelga general bajo la forma de gobierno emanado del Comité Central y Nacional de los comités de huelga. Pero bajo esta forma, es la forma más desarrollada del gobierno obrero y campesino como gobierno del Frente Único Obrero. Los comités de huelga elegidos, el Comité Central y Nacional de los Comités de Huelga (cuyo contenido es directamente soviético) son la forma más elevada del Frente Único Obrero. Y la clase obrera debe hacer frente a las direcciones de las organizaciones, de todas las organizaciones tradicionales, izquierdistas, pablistas que realizan la unidad contra la huelga general. Pero las masas buscan en la huelga general, igualmente, satisfacer sus aspiraciones a través de sus organizaciones. Esto lo hemos admitido, generalmente, como una de las conclusiones “de las enseñanzas de nuestra historia” y no lo hemos tenido en cuenta. Hemos dicho y escrito, con justeza, “la primera etapa de la radicalización de las masas refuerza a las organizaciones tradicionales a las que los trabajadores responsabilizan de sus aspiraciones revolucionarias”. Enseguida precisamos: “batirse en el terreno de las ilusiones contra las ilusiones”. Habría sido necesario, para combatir sobre una línea correcta, doblar de alguna manera la consigna de gobierno emanado  del Comité Nacional de Huelga con una agitación sobre la base del Frente Único por el gobierno del Frente Único Obrero, por el gobierno del PCF y del PS sin ministros burgueses, sin tener en cuenta, evidentemente, que los dirigentes del PCF y del PS (aunque unidos contra la huelga general) se presentaban ante las masas como formalmente divididos. Sabemos que para los aparatos burgueses “división” y “unidad” (aunque ello presente diferencias importantes para la agitación) sólo son el camuflaje de una política de capitulación ante la burguesía.”

La CC de la Huelga no existía

Verdaderamente, en mayo-junio de 1968 no existía ninguna consigna gubernamental. La consigna “gobierno obrero emanado del Comité Central y Nacional de Huelga”, comité central y nacional que no existía, es una fórmula vacía.

Pero muy pronto, en nombre del Frente Único y del gobierno PS-PCF se desarrolló una política oportunista y, enseguida, revisionista.

El texto preparatorio del 20º Congreso cita una carta de Trotsky que demostraba cómo era necesario dirigirse a los dirigentes reformistas

Cómo planteaba la cuestión León Trotsky

“Les decimos: “Estáis a favor de la democracia y de una mayoría parlamentaria. No os impedimos formar una mayoría obrera parlamentaria. Al contrario, os ayudaremos por todos los medios. Pero para ello es necesario levantar a la toda la clase obrera; hay que interesarla; hay que darle una consigna capaz de unificarla y fortalecerla. Esta consigna no puede ser otra más que la de gobierno obrero opuesto a todas las combinaciones burguesas y a todas las coaliciones. De este modo, para crear una mayoría obrera en el parlamento es necesario suscitar en la clase obrera y en las masas un potente movimiento bajo la consigna de gobierno obrero.” He aquí como es necesario, desde el punto de vista de la agitación, plantear la cuestión de cara a los disidentes y los reformistas, etc. Esta forma de plantear la cuestión es justa, política y pedagógicamente.” (L. Trotsky, « Le Gouvernement ouvrier en France », 30 de noviembre de 1922, Le Mouvement communiste en France, Minuit, 1967, p. 215).

Con la ayuda de esta cita de L. Trotsky, parece que la orientación a seguir en lo tocante a la agitación a favor del gobierno obrero y campesino sea perfectamente clara.

Estamos, incondicionalmente, a favor de un gobierno PS-PCF sin ministros representantes de organizaciones o partidos burgueses. Pero semejante gobierno no es necesariamente un gobierno obrero y campesino. Da igual pues, sin embargo, la existencia de tal gobierno plantea la cuestión de un gobierno obrero. Por ello estamos a favor de que semejante gobierno acceda al poder. Plantea la cuestión de un gobierno obrero y campesino porque, a los ojos de las masas, es un gobierno de los partidos que reconocen como sus partidos, en oposición a los gobiernos burgueses y a los gobiernos de coalición entre partidos obreros, organizaciones y partidos burgueses. Ineluctablemente se plantea la cuestión: ¿un gobierno PS-PCF para hacer qué? O dicho de otra manera ¿para aplicar qué programa?

Relación gobierno PS-PCF, programa, gobierno obrero y campesino

No es cierto que la consigna de un gobierno PS-PCF sea separable de la cuestión del programa. Que no condicionemos la lucha a favor de un gobierno PS-PCF a que los dirigentes del PS y del PCF adopten el programa del gobierno obrero y campesino son cosas diferentes. Pero es una obligación política desarrollar el programa del que decimos: este es el programa que un gobierno PS-PCF sin ministros representantes de organizaciones o de partidos burgueses debería aplicar para responder a las necesidades y aspiraciones del proletariado, el programa cuya aplicación haría de él un gobierno obrero y campesino.

Trotsky muestra, en una pocas líneas, como abordar y dar respuesta dialécticamente a la relación gobierno PS-PCF y a la afirmación del PS y del PCF de que ellos están a favor de la democracia y de constituir una mayoría parlamentaria. “Estáis a favor de constituir una mayoría parlamentaria… os ayudaremos obtenerla… pero para movilizar a las masas es necesario, precisamente, una consigna, la de gobierno obrero”. Es decir, un  gobierno que aplique un programa anticapitalista, desmantele la sociedad y el estado burgués. He aquí la relación gobierno PS-PCF / gobierno obrero y campesino / programa.

Por lo mismo vemos que:

  • No plantear la cuestión del gobierno PS-PCF antes y durante mayo-junio de 1968 era, seguramente, “tradeunionismo”, oportunismo;
  • No batirse sobre la cuestión de la naturaleza y del programa del gobierno, como fue el caso durante los años que precedieron y siguieron a mayo-junio de 1968, era igualmente oportunismo. Una especie de “realpolitik”. A lo que está ligado no presentarse a las elecciones de 1978 en nombre del “Frente Único” (sic), la consigna de un único candidato del PS y del PCF en las elecciones presidenciales de 1981 y el llamamiento a votar, desde la primera vuelta, a favor de François Mitterrand en 1981.

Las consignas “vencer a Giscard”, “por un gobierno PS-PCF sin ministros representantes de las organizaciones y partidos burgueses” se transforman en su contrario, en un alineamiento por omisión, en este caso sobre la política del PS.

Una desviación de una sólo grado en el lanzamiento de un cohete lleva a un fracaso total. No sólo el objeto así lanzado no sigue la trayectoria prevista sino que, por el juego de las fuerzas de la desviación, de un grado pasa a dos, tres, diez grados, etc., y la trayectoria es totalmente diferente. Lo mismo ocurrió en lo que concierne a la “ligera” desviación en relación con la línea del gobierno obrero y campesino. La fuerza de atracción (de de presión si así se quiere) del gobierno de la Union de la Gauche llevó del oportunismo al revisionismo.

  • falta de cuestionamiento del gobierno de la Union de la Gauche,
  • falta de programa de acción,
  • política de presión sobre el gobierno de la izquierda resultante de una falsa interpretación de la famosa fórmula del programa de transición “no puede excluirse que las organizaciones pequeño burguesas… se vean obligadas a ir más lejos de lo que quisieran en la vía de la ruptura con la burguesía”. Así: “el gobierno en la encrucijada de caminos”, “las reformas necesarias”, “el programa de la democracia”, “el partido de los trabajadores”.

Dialéctica y lógica formal sobre la cuestión del gobierno y del Frente Único

El método dialéctico de León Trotsky ha sido substituido por un método puramente formal que rompe la unidad del proceso. Por una parte, lucha por un gobierno del PS-PCF sin  ministros representantes de las organizaciones y partidos burgueses. Por otra parte,  el programa del gobierno obrero y campesino y el gobierno obrero y campesino.

Es de una meridiana claridad cuando Lambert declara: “No puede exigírsele al PS y al PCF que apliquen nuestro programa”. ¡Y bien! Nunca hemos hecho otra cosa cuando nos dirigíamos al PS y al PCF más que exigir que aplicasen “nuestro programa”. El Frente Único, es nuestro programa y no el suyo. En la agitación, colocamos en el centro tal o cual aspecto del programa pero que, en ese momento, concentra el programa y va en el sentido del desarrollo de todo el programa.

A PROPÓSITO DEL CANDIDATO ÚNICO A LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DESDE LA PRIMERA VUELTA

Volver sobre el llamamiento de 1981 a votar a Mitterrand desde la primera vuelta

Por mi parte, creo necesario volver a examinar las campañas políticas que la OCI ha llevado a cabo a favor de un único candidato, en las elecciones presidenciales, de los partidos obreros desde la primera vuelta, posición que llevó a llamar a votar en 1981, en la primera vuelta, a Mitterrand, ello en nombre del Frente Único Obrero para “vencer a Chirac”.

No es la primera vez que este tipo de problemas se les plantean a los trabajadores en general y a los militantes comunistas en particular. En algunos aspectos, la Constitución de la Vª República se asemeja a la que elaboró y votó la Asamblea Constituyente alemana de 1919: constitución conocida como la de Weimar.

También en Alemania, el Presidente de la república era elegido por sufragio universal, elección que ser realizaba también a dos vueltas. También en Alemania el presidente de la república designaba al jefe del gobierno. También en Alemania detentaba el poder de disolver la Asamblea Nacional.

La crisis económica que comenzó en 1929 provocó en Alemania una crisis social y política, una crisis del régimen. La constitución de Weimar suministraba los medios al Presidente de la república para formar gobiernos que León Trotsky caracterizó como gobiernos bonapartistas: Brüning de marzo de 1930 a mayo de 1932, Papen de mayo de 1932 a diciembre de 1932, Sheleicher de diciembre de 1932 al 30 de enero de 1933, día en el que Hindenburg, Presidente de la República, nombró canciller a Hitler, es decir jefe del gobierno. La situación en Alemania era entonces dramática. Eran los años del crecimiento fulgurante del nazismo que sostenía el gran capital y que radicalizaba a la pequeña burguesía, a los lumpen, contra el movimiento obrero, la organizaba en las SA, formaciones paramilitares que desarrollaban una guerra civil larvada. Nadie negará que Trotsky combatiera ardidamente a favor de la realización del Frente Único entre la socialdemocracia, el Partido Comunista alemán y los sindicatos contra el nazismo.

Elección presidencial de 1932: posición de León Trotsky

En abril de 1932, se realizaron unas elecciones presidenciales. Hitler presentó su candidatura. Una parte de la burguesía opuso a su candidatura la de Hindenburg que ya había sido elegido Presidente de la república en 1925. Grupos que Trotsky caracterizaba como centristas propusieron que la socialdemocracia y el Partido Comunista alemán realizasen el Frente Único desde la primera vuelta de estas elecciones presentando un único candidato. He aquí en qué términos hablaba Trotsky de esta propuesta:

“La idea de presentar a las elecciones presidenciales un candidato del frente único obrero es una idea fundamentalmente errónea. El partido no tiene derecho a renunciar a movilizar a sus partidarios y a contar sus fuerzas en las elecciones. Una candidatura del partido que se oponga a todas las demás candidaturas no puede constituir, en ningún caso, un obstáculo para un acuerdo con otras organizaciones por los objetivos inmediatos de la lucha. Los comunistas, estén o no en el partido oficial, apoyarán con todas sus fuerzas la candidatura de Thaelmann. No se trata de la persona de Thaelmann, sino de la bandera del comunismo. La defenderemos contra todos los demás partidos. Destruyendo los prejuicios inoculados a los comunistas de base por la burocracia estalinista, la Oposición de Izquierda se abre un camino hacia su conciencia.” (L. Trotsky, “¿Y ahora?”, enero de 1932, La lucha contra el fascismo, Editorial Fontamara, Barcelona, 1980, pp 139-140)

Hindenburg (a favor del que desistió la socialdemocracia) fue elegido en la segunda vuelta. Algunos meses más tarde nombró canciller a Hitler.

No se trata de copiar lo que presenta importantes diferencias. La Oposición de Izquierda combatía por el enderezamiento del PCI y de la IC. Todavía no los consideraba como “pasados definitivamente al lado del orden burgués”. El PCF está ahora en Francia, en tanto que partido estalinista, subordinado al Kremlin, el mejor defensor del orden burgués. El PS es igualmente un partido que defiende, por todos los medios de que dispone, al orden burgués. Bajo estas condiciones, nos es indiferente que defiendan “su programa”, que cada uno de estos partidos ondee o no su bandera.

Sin embargo, esta cita invita a la reflexión. En las elecciones, incluso en las elecciones presidenciales, incluso cuando las circunstancias son dramáticas, como en 1932 en Alemania, las organizaciones que se reclaman del comunismo, hoy en día de la IVª Internacional y de su programa, deben en principio, según Trotsky, presentar su o sus candidatos para que defiendan su programa, su política, alcen su bandera para movilizar a sus adherentes, cuenten sus fuerzas. Que no lo hagan no se justifica más que en el caso en que no tengan los medios materiales y políticos para hacerlo, sobretodo cuando las elecciones se realizan a dos vueltas como es el caso de Francia. En consecuencia, no puede rechazarse el derecho de las otras organizaciones y partidos que se reclaman de la clase obrera a que defiendan “sus” programas, sus políticas, sus banderas, que movilicen a sus militantes, que cuenten sus propias fuerzas.

En 1974

En 1974, el PS y el PCF presentaban un candidato común desde la primera vuelta de las elecciones presidenciales: François Mitterrand convertido en primer secretario del PS. La LCR y LO presentaban también candidatos. Lejos de desarrollar un programa obrero centrado sobre el objetivo del gobierno obrero, sobre el eje del Frente Único Obrero, se pronunciaban por una “Asamblea Constituyente”, por la “unidad de los revolucionarios”, incluso con Piaget, el dirigente de la CFDT de Lip, PSU, clerical, corporativista y que acaba de llevar a los trabajadores de esa empresa a la derrota en nombre de la “autogestión”. Bajo estas condiciones, no podíamos llamar a votar por uno y otro de estos candidatos. Si no teníamos los medios políticos y materiales sólo quedaba una solución: llamar a votar en la primera vuelta a Mitterrand.

En 1980-1981 era justo luchar para que “Chirac fuera vencido”.

En 1981: defender nuestro programa político

¿Pero lo era exigir al PS y al PCF que presentasen un único candidato en la primera vuelta? Nada más falso.

En principio, en el caso en que hubiésemos contado con los medios políticos y materiales, deberíamos haber presentado un candidato a la primera vuelta con un programa de acción que tradujese a la actualidad el programa de transición, con nuestra línea política. Nuestra línea política debería incluir, está claro, el compromiso recíproco de los grandes partidos obreros a desistir incondicionalmente en la segunda vuelta a favor del candidato del partido obrero que hubiese obtenido más votos en la primera vuelta. Esto es lo que debería de haber significado “para vencer a Giscard”. Incluyendo que la aparente dificultad resultante de que sólo se podían mantener en la segunda vuelta los dos candidatos que hubiesen obtenido más voces no existía. Los resultados de las anteriores elecciones demostraban que serían Giscard y Mitterrand los que quedarían en línea de cara a la segunda vuelta.

Si no contábamos con los medios materiales y políticos para presentar un candidato, nos era necesario, al menos, defender nuestro programa, nuestra política en su conjunto, utilizando los medios de los que disponíamos y reconocer, en consecuencia, a los otros el derecho a defender su programa, su política, con los medios de que disponían. Exigiendo al PS y al PCF que se pusieran de acuerdo para presentar un único candidato desde la primera vuelta (nadie puede equivocarse, este candidato único debía ser Mitterrand), más aún, llamando a votar desde la primera vuelta, cerramos el pico sobre las preguntas: “¿Por qué? ¿A favor de qué programa, de qué política es necesario vencer a Giscard?” No añadiríamos ninguna posibilidad de debilitar la consigna de vencer a Giscard sino todo lo contrario. Las masas querían vencer a Giscard porque veían en él al hombre del capital, con la finalidad de llevar al poder a un gobierno de ellas, que satisficiese sus necesidades y aspiraciones. Formular qué gobierno, qué programa, qué política debía ponerse en marcha y desarrollar, era ayudar a la movilización de las masas para vencer a Giscard. Procediendo como lo hicimos, cubrimos la política que Mitterrand quería aplicar, contribuíamos a abrir la vía a un gobierno de la Union de la Gauche, es decir a las contra medidas tomadas, al día siguiente de las elecciones, para frustrar a las masas de la victoria que habían logrado derrotando a Giscard y a numerosos diputados RPR y UDF, eligiendo a Mitterrand y a una aplastante mayoría de diputados PS y PCF a la Asamblea Nacional.

Pero, en realidad, se trataba ya de un abandono político. La resolución citada más arriba “justificaba” la ausencia de candidatos de la OCI en la primera vuelta en nombre la exigencia de concentrar todo para que hubiese una mayoría PS-PCF de votos y de elegidos en las elecciones a la Asamblea Nacional de 1978 clarifica la decisión de llamar a votar en la primera vuelta a favor de Mitterrand en las elecciones presidenciales de 1981.

La dirección del PCI pretende que los resultados electorales verificaron la justeza de su política. Especialmente el hecho que, desde la primera vuelta, casi una cuarta parte de los votantes tradicionales del PCF hubiese votado a favor de Mitterrand. Existen diversas razones políticas para explicar esta masiva pérdida de votos del PCF: Polonia y la política de división de la dirección del PCF que una gran parte de los votantes tradicionales interpretó, con justicia, como una tentativa de evitar que Giscard fuera derrotado. Pero desarrollar una campaña para que Marchais se comprometiese antes de la primera vuelta a desistir a favor de Mitterrand si éste llegaba mejor situado a la primera vuelta (y era cierto) correspondía tanto a los votantes tradicionales del PCF que votaron Mitterrand en la primera vuelta como, también, a los que votaron en la primera vuelta a favor de Marchais. Los mismos militantes y votantes del PS no le pedían más al PCF.

Del oportunismo al revisionismo

En la declaración, de fecha 20 de marzo de 1981, de la CC de la OCI que llamaba a votar desde la primera vuelta a Mitterrand, se afirma:

“La OCI unificada es partidaria de la revolución mundial y de los métodos revolucionarios. La OCI combate como sección de la IVª Internacional (Comité Internacional) para ayudar a la emancipación de los trabajadores como obra de ellos mismos. Para la OCI unificada, la humanidad acabará con la opresión y la explotación capitalistas por los medios revolucionarios de la lucha de clases.”

Estas fórmulas ultra generales servían de hoja de parra “revolucionaria” para una política oportunista. La OCI tenía razón diciendo: “hay que vencer a Giscard”. Tenía razón diciendo:

“La derrota de Giscard abrirá a las masas trabajadoras y a la juventud la vía de la movilización que les permitirá tomar en sus propias manos la solución de los problemas que acosan al país: la derrota de Giscard cuestionará la ofensiva en todos los frentes organizada por su gobierno.”

Con algunas otras condiciones sin embargo… Con la condición que no se aplicase la política que Mitterrand definía, la política de la “Union de la Gauche”. De ello la declaración no decía nada.

La vaga fórmula “sin tomar, sin embargo, la responsabilidad de la política del PS” es otra hoja de parra. Evita caracterizar esta política. La OCI no desarrolla programa, política propia, no abre ninguna perspectiva política, ni incluso en lo que concierne a la cuestión del gobierno. La política de división del PCF era evidente. Era perfectamente correcto y necesario decirlo. Pero por ello no era necesario guardar silencio sobre la de Mitterrand.

Insisto: bajo las condiciones de las elecciones presidenciales de 1981 la única política justa, pues nos permitía desarrollar una política independiente de clase, era realizar campaña a favor de un programa de clase, de una política de clase en la que debería de incluirse el compromiso recíproco de desistimiento incondicional en la segunda vuelta “para vencer a Giscard”. Este punto debía de haber sido objeto de una agitación de masas particular. No proceder de esta forma era salir como fiadores de Mitterrand. En realidad, detrás del llamamiento a votar a Mitterrand en la primera vuelta hay una concepción oportunista del Frente Único Obrero. El Frente Único no consiste en confundirlo todo: los programas, las orientaciones, las banderas. Las elecciones a dos vueltas tienen la ventaja de prestarse admirablemente a la táctica del Frente Único. En la primera vuelta uno se define, en la segunda se elimina al representante de la burguesía. Tendríamos que haber dicho en las elecciones presidenciales de 1981: “es necesario vencer a Giscard”. En la primera vuelta cada uno tiene el derecho de desarrollar su programa, su política (y nosotros a desarrollar los nuestros). Pero las organizaciones obreras deben comprometerse a llamar a votar en la segunda vuelta al candidato mejor colocado para vencer a Giscard.

No sin oscilaciones, la lógica política de llamamiento a votar desde la primera vuelta se desarrolló: rechazo a elaborar un programa de acción anticapitalista, rechazo a criticar al gobierno de la “Union de la Gauche”, suplicas dirigidas al gobierno, palabrería sobre la “Asamblea Nacional debe votar tal o cual ley, etc.”, hasta la adopción de la “línea de la democracia” y de las “reformas necesarias” que se opone a la de “nada puede solucionarse si se teme ir hacia el socialismo”.

DEFENSA DE LAS LIBERTADES DEMOCRÁTICAS CONQUISTADAS, LUCHA POR CONQUISTAR OTRAS NUEVAS Y “LÍNEA DE LA DEMOCRACIA”

¿Qué decía sobre las libertades democráticas el programa de 1973?

He releído el programa que la OCI planteó en las elecciones a la Asamblea Nacional en 1967 y en 1973. En ninguno de estos dos textos se trata de la lucha por “la democracia” y aún menos de la “línea de la democracia”. He releído el Manifiesto de la OCI fechado en diciembre de 1967, los textos publicados antes, durante y después de la huelga general de 1968. En ellos no hay nada sobre “la lucha por la democracia” y menos aún sobre la “línea de la democracia”. Por el contrario, en ellos se trata sobre la defensa de las libertades democráticas, de la lucha por la conquista de nuevas libertades democráticas. En el Programme d’action de la classe ouvrière pour le socialisme, pour le gouvernement ouvrier (Programa de Acción de la clase obrera, por le socialismo, por el gobierno obrero), publicado a principios del año 1973, puede leerse:

“El programa del gobierno obrero

La clase obrera, la juventud, las masas trabajadoras, han combatido y combatirán para defender y extender las libertades democráticas.

No aceptan:

*la Constitución gaullista;

*la concentración del poder en manos del Presidente de la República.

No están de acuerdo con:

*la fraudulenta ley electoral y, en tanto que subsiste el parlamento, exigen que los diputados sean elegidos proporcionalmente.

Exigen:

*la derogación de todas las leyes, decretos y disposiciones antidemocráticos tomados antes y tras la proclamación de la Vª República.

Estas reivindicaciones democráticas necesitan la movilización, la organización, la acción de las masas. Los cuadros y las instituciones del Vª República deberán ser destruidos para que las reivindicaciones sean satisfechas.

Las masas no pueden tolerar:

*la progresiva destrucción de esta elemental libertad que el derecho a la enseñanza;

*que centenares de millones sean entregado por el estado a las escuelas privadas, es decir a la Iglesia, en lo esencial, y a la patronal;

*que se cuestione la laicidad de la enseñanza y los curas y patrones reintroducidos en el interior de la escuela pública;

*que gracias a ello, la separación de la Iglesia y del estado sea batida en brecha.

Las libertades democráticas que el proletariado, la juventud, las masas exigen no se limitan a esto, ellas exigen:

*disolución de las milicias patronales, en Renault, SIMCA, Citroën, en otras partes;

*“el orden en la fábrica” debe ser asegurado por los mismos trabajadores;

*basta de prefectos, disolución de las policías del estado, de los CRS, de los cuerpos de gendarmería, disolución de los organismos de defensa sobre el terreno;

*autoadministración de los ayuntamientos, elecciones a todas las funciones de autoridad, milicias populares para asegurar las funciones de policía, elección de los jueces y magistrados;

*derechos sindicales, políticos y de organización en el ejército;

*delegados de soldados elegidos democráticamente por los soldados, derecho de los soldados aplicado bajo el control de los sindicatos, derogación de la ley sobre el servicio nacional;

*seis meses de servicio que permitan a la juventud trabajadora y de las escuelas aprender a manejar las armas;

*hacia la supresión del ejército permanente, hacia las milicias.

Estas reivindicaciones democráticas son contradictorias con el mantenimiento del “estado milenario”, de sus organismos, sus instituciones políticas, sus cuerpos constituidos.

Sólo pueden obtenerse, imponerse, haciendo añicos este estado y a través de un gobierno que llamará a las masas, que se apoyará sobre las masas, que las llamará a formar sus propios organismos políticos, federarlos a todos los niveles de la localidad hasta el nivel nacional.

Nada se logrará sólida y durablemente mientras que el capital controle la economía y el poder político.” (Programme d’action, OCI, 1973, p. 32-33)

¿Qué decía sobre la “democracia” el informe preparatorio del 24º Congreso?

En el informe preparatorio del 24º Congreso (23 al 26 de mayo de 1980), se hacía referencia a la “democracia”, a las relaciones entre “bonapartismo” y “democracia burguesa” y a la táctica que la OCI debía seguir en estos términos:

“No comprender la naturaleza del bonapartismo y la naturaleza de la democracia parlamentaria, una y otra de naturaleza burguesa, sería abandonar los principios, desarmarnos y deslizarnos al terreno del frente popular. Pero no comprender que bonapartismo y democracia parlamentaria son formas de dominación de la burguesía que se excluyen mutuamente sería abandonar el terreno del marxismo a favor del sectarismo dogmático, y por ello mismo la intervención política a partir de las ideas fundamentales de la política revolucionaria. La democracia parlamentaria, como el bonapartismo, son productos del desarrollo histórico que sólo pueden ser eliminadas por la revolución proletaria. Sin que nos permitamos olvidar su contenido de clase (burgués), sin cargar, por tanto, con ninguna responsabilidad, debemos oponer la “democracia” a las instituciones bonapartistas, y ello a fin de utilizar la “democracia” contra la forma concreta que toma bajo las actuales condiciones la forma de dominación de clase de la burguesa, a saber la forma bonapartista. Así debe utilizarse la “democracia”, de la que se sirven los aparatos burgueses contra las masas trabajadoras, para objetivos totalmente diferentes. Porque comprendemos la naturaleza burguesa del bonapartismo y de la democracia parlamentaria también comprendemos que son dos formas de dominación de la burguesía que se excluyen mutuamente, por ello mismo estamos en condiciones para definir la situación real desde el punto de vista de las relaciones entre las clases y desde el punto de vista de clase. Por ello, somos capaces de actuar sobre los acontecimientos.

Comprendiendo que la democracia parlamentaria no podrá establecerse más que con el hundimiento del régimen de la Vª República, que este hundimiento supondrá (en la medida en que las instituciones de la Vª República se han fusionado parcialmente con el estado burgués) como mínimo la “desestabilización” del estado burgués, actuamos así sobre la contradicción insuperable entre bonapartismo y democracia parlamentaria, para ayudar a nuestra clase a promover sus propios elementos de poder en la crisis de hundimiento. Sin cargar con ninguna responsabilidad, ni que decir tiene, repitámoslo, sobre la democracia parlamentaria, partiendo de la necesidad de combatir “las ilusiones sobre terreno de las ilusiones”, vemos lo que ineluctablemente llegará: una situación en la que democracia parlamentaria y formas más o menos desarrolladas de poder obrero (consejos, comités) existirán juntas, como la próxima etapa política del combate por la revolución proletaria que debe derrocar a todo el régimen burgués, que debe derrocar el sistema de la propiedad privada de los medios de producción.

De ello se deduce que, cuanto más se aproxima el desenlace de la crisis política en crisis revolucionaria, más decisivo se convierte utilizar la palanca de la “democracia” como lo acabamos de exponer, pero más debe la OCI conservar estrictamente su carácter de clase y no dejar que las reivindicaciones de clase se ahoguen en la “democracia” en general. Aquí es donde se enlaza el problema de la huelga general, sus relaciones con la democracia y con la consigna de gobierno Mitterrand-Marchais sin representantes de la burguesía.”

“Bonapartismo”, “democracia”, “democracia parlamentaria”

El texto está lejos de ser claro. ¿El “bonapartismo” y el “parlamentarismo” se oponen de forma absoluta? ¿“La democracia” (la democracia se entiende en este texto como democracia burguesa) se identifica pura y simplemente con la “democracia parlamentaria” opuesta al “bonapartismo”? En realidad, el texto procede por abstracción y absoluto. En lo que concierne a Cuba, Lambert se ha refugiado, durante mucho tiempo y en nombre de la “dialéctica”, en el vacío de un estado que no sería ni obrero ni burgués. Aquí recurre a la pura lógica formal y a categorías vacías de su contenido histórico concreto. Desde ese momento, se convierten también en abstracciones vacías. Ciertamente, Lambert admite que se trata de dos formas del estado burgués: pero una es identificada pura y simplemente con la “democracia” burguesa, se trata de la democracia parlamentaria; la otra, no se sabe muy bien con qué si no es con el “bonapartismo”.

Es cierto que, en “principio”, en la forma de dominación bonapartista de la clase burguesa, el parlamento sólo ejerce un papel secundario. Un hombre providencial (por lo general) encarna el “estado”, es decir el aparato de estado y el “pueblo”. Concentra en sus manos el poder. El gobierno emana de él. “En principio”, en la forma de dominación de la clase burguesa llamada “democracia parlamentaria”, la independencia del aparato de estado y del gobierno puede ser considerable y las libertades relativamente limitadas. Lambert descarna el “bonapartismo” y la “democracia burguesa”, la “democracia parlamentaria”.

La Vª República y las bases de la democracia proletaria

El bonapartismo de la Vª República tiene el rasgo determinante del bonapartismo: la preeminencia del aparato de estado, del presidente de la república  del que emana el gobierno, el papel secundario del parlamento. Pero si nos referimos a lo que Trotsky explica sobre las relaciones del proletariado y la “democracia burguesa”, la Vª República aparece ante los trabajadores tan “democrática”, e incluso más, que las “democracias parlamentarias”. Una vez más, es necesario citar este pasaje muy conocido del folleto de Trotsky ¿Y ahora?

“A lo largo de varias decenas de años, los obreros han construido en el interior de la democracia burguesa, utilizándolo todo en la lucha contra ella, sus bastiones, sus bases, sus focos de democracia proletaria: los sindicatos, los partidos, los clubes de formación, las organizaciones deportivas, las cooperativas, etc. El proletariado puede llegar al poder no en el marco formal de la democracia burguesa, sino por la vía revolucionaria: esto está demostrado tanto por la teoría como por la experiencia. Pero es precisamente por esta vía revolucionaria que el proletariado tiene necesidad de bases de apoyo de democracia proletaria en el interior del Estado burgués. El trabajo de la II Internacional se ha reducido a la creación de esas bases de apoyo, en la época en que desempeñaba todavía un papel progresista.” (L. Trotsky, “¿Y ahora?”, 1932, La lucha contra el fascismo, Editorial Fontamara, Barcelona, 1980, p. 101)

La tarea “histórica” del bonapartismo de la Vª República consistía en destruir estas “bases”, estos “focos de democracia proletaria”. El proletariado, por sus luchas de clases, hizo fracasar esta tentativa. Por ello pudo, incluso dentro del marco institucional de la Vª República, derrotar en mayo-junio de 1981, utilizando el sufragio universal, a Giscard, al RPR, a la UDF. El sufragio universal es un atributo de la “democracia burguesa” tanto como las otras libertades fundamentales (derecho de prensa, de reunión, de asociación, etc.) subsisten. Por otra parte, se convierte en un instrumento que utiliza el bonapartismo e incluso que las dictaduras abiertas utilizan como cobertura. En efecto existe una contradicción entre “bonapartismo” y “democracia parlamentaria”. Pero no puede identificarse la Vª República con  la dictadura abierta, menos aún que no puede ponerse el signo igual entre “democracia burguesa” y “democracia parlamentaria”.

Servirse de la palanca de la democracia

Cuando reivindicamos la “disolución de la Asamblea Nacional” se trata de la utilización de las libertades democráticas existentes, entre ellas el sufragio universal. Por mi parte, en cualquier caso, es así como comprendo “servirse de la palanca de la democracia”. Pero es necesario recordar en qué términos lo hacíamos entonces. Nos dirigíamos a las direcciones del PS y del PCF diciendo:

“Os reclamáis de la democracia parlamentaria, del sufragio universal… La democracia parlamentaria y el sufragio universal os conceden el derecho a emprender una gran campaña nacional, movilizando a los trabajadores y a la juventud, a favor de la disolución de la Asamblea Nacional… La democracia parlamentaria y el sufragio universal dicen: ¡el gobierno Giscard-Barre, menos que la Asamblea Nacional, no tienen ninguna legitimidad para gobernar el país… [ellas] os conceden el derecho de realizar una campaña nacional movilizando a los trabajadores y a los jóvenes a favor de la desaparición del gobierno, para sustituir este gobierno capitalista que lleva el país a la catástrofe, ahogando la democracia, por vuestro gobierno, el del Partido Socialista y del Partido Comunista Francés sin ministros burgueses!” (Asamblea Nacional de delegados para que el gobierno desparezca, para llevar al poder a un gobierno PS-PCF sin ministros burgueses, por el frente único de las organizaciones obreras, partidos y sindicatos, 15 de diciembre de 1974, este texto fue escrito por Lambert)

Un poderoso argumento suplementario para que el PS y el PCF realicen el FU

¡Que lenguaje: “os conceden el derecho”! En lugar de escribir: “os reclamáis de la democracia parlamentaria, del sufragio universal, entonces los principios de los que os reclamáis exigen…”. Pero, pasemos. Lo importante no está ahí.

Seguramente, que haya una mayoría electoral del PS-PCF es de una gran importancia política. Ello significa una relación política potencialmente aplastante a favor de la clase obrera y de las masas explotadas. Nuestra táctica debe tenerlo muy en cuenta. No obstante, la necesidad del Frente Único del PS y del PCF en vistas de derrocar, en el caso que nos interesase, al gobierno representante de las organizaciones y partidos burgueses, y la posibilidad de realizarlo, no depende del hecho de que dispongan o no de una mayoría electoral potencial o de la obtención de tal mayoría. Que el PS y el PCF dispongan de tal mayoría da una fuerza suplementaria considerable a la lucha para que realicen la unidad de cara a lograr los objetivos anteriormente citados en nombre, incluso, de los “principios” de los que alardean. Es una circunstancia claramente favorable para realizar la agitación a favor de este frente único, para contribuir a que las masas se abran su propia vía, que exijan el frente único y emprendan el combate político. Sin embargo, se trata de un argumento suplementario y coyuntural en función de una situación coyuntural.

De la utilización táctica a la “línea de la democracia”

La prueba. En mayo-junio de 1981 había una mayoría de votos para elegir a François Mitterrand a la presidencia de la república y a una aplastante mayoría de diputados PS-PCF a la Asamblea Nacional. Era correcto lanzar la consigna, al menos a partir de determinado momento: “que la Asamblea Nacional proclame que es soberana, que el gobierno emana de ella, que responda ante ella”. Esta consigna agudizaba la contradicción entre el “bonapartismo” y la “democracia parlamentaria”. Aunque, para sostener esta reivindicación, referirse a la mayoría electoral era ya dudoso. Mitterrand también está elegido por sufragio universal. Pero pronto la referencia a la “democracia”, al sufragio universal se vuelve en su contrario. A causa de la política de Mitterrand, un gobierno de la Union de la Gauche Mauroy-Fiterman-Crépeau cubierto por la mayoría PS-PCF en la Asamblea Nacional, el PS y el PCF se convirtieron, desde el punto de vista del sufragio universal, en minoritarios. “La democracia”, “la democracia parlamentaria” exigiría la disolución de la Asamblea Nacional con mayoría PS-PCF y la dimisión de Mitterrand.

Las formulaciones de Lambert en su informe al 24º congreso del PCI eran equívocas. Insistían pesadamente sobre la contradicción real entre “el bonapartismo” y la “democracia parlamentaria” y afirmaban: “actuamos así sobre la contradicción insuperable entre bonapartismo y democracia parlamentaria”, sin concluir, por ello, netamente. Es obligatorio constatar hoy en día que era una transición hacia “la línea de la democracia”. Lo que era una utilización táctica de una situación coyuntural altamente favorable (desde el punto de vista del sufragio universal el PS y el PCF son mayoritarios, que realicen el frente único: para imponer la disolución de la Asamblea Nacional, para acabar con el gobierno Giscard-Barre, para que un gobierno PS-PCF sin ministros representando a las organizaciones y partidos burgueses tome el poder) se transformó en línea política fundamental, “la línea de la democracia”. En su informe preparatorio del 28º Congreso del PCI, Lacaze dijo abiertamente que se trataba de combatir por el “renacimiento de la democracia parlamentaria”. Tras el 17 de junio, el 24 de junio de 1984, Lacaze continúa suplicando al PS y el PCF en nombre de la “democracia”, suplicando a la mayoría de la Asamblea Nacional: “haced otra política”, le pedía.

“Que la mayoría PS-PCF en la Asamblea Nacional decida que la Asamblea Nacional es soberana” y el Frente Único

No estaba claro ayer, hoy lo está. No es en nombre de la “democracia” sino del frente único como hay que dirigir a la mayoría PS-PCF en la Asamblea Nacional la reivindicación: decidid que la Asamblea Nacional es soberana, que el gobierno emana de ella y responde ante ella. A buen seguro, semejante decisión romperá la Vª República y sus instituciones. ¿Restablecerá la “democracia parlamentaria”? No necesariamente. Tal decisión expresará o creará una situación revolucionaria. La Asamblea Nacional estará objetivamente en condiciones de comprometerse en la vía de un gobierno obrero y campesino, de proclamar la república obrera y socialista. En cualquier caso, deberíamos exigirle eso. Otros se encargarán de intentar bloquear cualquier desarrollo revolucionaria apoyándose en la línea de retirada de “la democracia parlamentaria” para proteger al estado burgués y a sus instituciones. Nosotros tendremos que combatir a favor de su desmantelamiento adelantando, particularmente, pero no sólo, un conjunto de reivindicaciones democráticas que formen parte de un programa de acción del que el de 1973 enunciaba las principales.

El Frente Único Antiimperialista

Otro ejemplo, extremadamente importante, de oscilaciones oportunistas llevando al oportunismo y al revisionismo, es el resurgimiento y después la generalización de la táctica de frente único antiimperialista. Será preciso tratar sobre ello especialmente y en detalle. Constatemos que incluso los cortafuegos puestos en las Tesis por la reconstrucción de la IVª Internacional han sido sobrepasados después, y muy ampliamente.

“Tesis XXIII:

No es casual que Trotsky no haya llamado a constituir frentes imperialistas en sus escritos de la década del 30. Las célebres expresiones sobre el frente antiimperialista en las Tesis sobre Oriente constituyen el único antecedente que registra la literatura marxista a este respecto.[…]

En los países atrasados, el carácter de clase semi-explotadora y semi-explotada de su burguesía, determina, en algunas ocasiones, la necesidad de realizar acuerdos temporarios con las organizaciones de masas nacionalistas burguesas en el marco del frente único antiimperialista. Tal frente sólo puede ser circunstancial y limitado en el tiempo. Su prolongación más allá de las circunstancias que justificaron su origen, implica una adaptación al nacionalismo burgués y la subordinación del proletariado a la burguesía nacional. Este tipo de frente jamás puede entrañar objetivos gubernamentales comunes con las fuerzas burguesas. […]

Pero esto no significa ignorar las luchas progresivas en las cuales puedan participar todos los sectores de la población contra el imperialismo y los grandes propietarios terratenientes, o en las luchas por el derrocamiento de regímenes dictatoriales. El trotskysmo debe combinar la lucha permanente y sistemática para independizar a la clase obrera de todos los demás sectores, por su organización independiente, con su participación y apoyo a toda lucha progresista, aunque sea, por lo menos al comienzo, de carácter meramente democrático. […]

Desde este punto de vista, Trotsky pudo afirmar que el soviet es la forma más elevada de frente único obrero y le dio un carácter permanente; en cambio, el frente único antiimperialista no puede representar más que una unidad de acción limitada. En efecto, la revolución proletaria en los países dominados, que es la única que resolverá las cuestiones democráticas y nacionales, sólo podrá hacerse a condición de que el proletariado conserve su total independencia de clase con respecto a la burguesía. En esta perspectiva, el partido del proletariado, en la unidad de acción y luchas de frente único antiimperialista, debe promover la organización de comités de frente único de tipo soviético en vistas de la organización y lucha de las masas trabajadoras. […]

La existencia de tareas nacionales democráticas y antiimperialistas en los países coloniales y semicoloniales ha dado lugar (gracias al papel contrarrevolucionario del stalinismo y la crisis de la IV Internacional) a una situación en la cual existen numerosas organizaciones nacionalistas pequeñoburguesas que cumplen un papel activo en la lucha contra las dictaduras y el imperialismo (BPR, FAPU, etc., en El Salvador, FSLN en la lucha contra Somoza; el MIR venezolano, etcétera).

Tenemos el deber de luchar sistemáticamente por la realización del frente único antiimperialista con esas organizaciones, sobre la base de un programa de independencia de clase, con el objetivo de hacer avanzar la lucha de las masas, exigiéndoles sistemáticamente que se apoyen en los obreros y campesinos, que rompan con la burguesía y tomen el camino del gobierno obrero y campesino. Nuestra lucha debe llevar a las masas a romper con esas organizaciones a través de sus propias experiencias.” (“Proyecto de tesis para la reorganización (reconstrucción) de la IV Internacional”, Correspondencia Internacional-La Verdad, edición extraordinaria de fin de año noviembre 1980, Bogotá, p. 45)

Pero la resolución votada en la Conferencia Latinoamericana de julio de 1983 declaraba:

“Las burguesías nacional son, evidentemente, incapaces de resistir seriamente al imperialismo EEUU, pero se ven enfrentadas a su propia destrucción que promete esta tendencia inscrita en la nueva política estadounidense. Toda una situación en la que las burguesías nacionales evolucionaban hasta ahora está a punto de modificarse. Cierto, el imperialismo EEUU se esfuerza en reforzar la capacidad contrarrevolucionaria de los gobiernos burgueses pero a cada paso su política de guerra económica y de rapiña mina, precisamente, la capacidad contrarrevolucionaria de todos los gobiernos.

Cierto, estos gobiernos burgueses se esfuerzan en presionar al gobierno EEUU con la amenaza de la explosión revolucionaria, pero el debilitamiento de estos gobiernos burgueses frente a las masas que conlleva esta guerra económica de rapiña obliga, y obligará cada vez más, al imperialismo EEUU a intervenir militarmente él mismo buscando rechazar toda concesión en los dominios económico y financiero. Ciertamente, el imperialismo EEUU se esfuerza en no dejarse llevar a nuevas guerras directas tipo Vietnam, guerras que rechaza el pueblo estadounidense, pero la prosecución de la tendencia inscrita en la guerra económica de rapiña imperialista no puede más que afirmarse en relación con la ineluctabilidad de los enfrentamientos revolucionarios llevando a la toma a su cargo directamente del orden por el imperialismo. Es precisamente el conjunto de estos elementos contradictorios, a los que hay que añadir el temor manifestado por las capas de la burguesía estadounidense a encontrarse ante una situación de compromiso militar del tipo de Vietnam, lo que confiere a la política estadounidense su carácter caótico.

Aunque no tengan ni la capacidad ni el deseo de luchar hasta el fin contra el imperialismo, las burguesías nacionales se encuentran ante una situación en la que, de un parte, deben buscar defender la fracción de plusvalía que el imperialismo les concede, amenazadas por la nueva política estadounidense de querer arrancarles la totalidad; por otra parte, temen una completa victoria del imperialismo EEUU en la guerra de agresión contrarrevolucionaria que realiza en América Central. Semejante victoria significaría una verdadera sustitución de una forma de dominación del imperialismo (situación de dependencia) por una forma de dominación colonial a penas camuflada y amenazaría directamente a todas las burguesías latinoamericanas. En fin, las burguesías latinoamericanas temen por encima de toda a la revolución…

Todos estos elementos ponen al orden del día el combate por el FUA del que la Conferencia de Bogotá representa el primer paso, ciertamente que frágil, pero el primero realizado en nuestra historia a iniciativa y bajo la égida de un partido de la IV Internacional… (Bulletin intérieur nº 7, préparatoire au 28e congrès).

El sabio equilibrio no impide que, según el texto, el eje de la política de las organizaciones miembro de la IVª Internacional (CIR) deba ser el FUA, contrariamente a lo que está explicado en las tesis.

EL AFFAIRE BERG ENTERRADO, LAS CAUSAS PERMANECEN; DEL COMITÉ PARITARIO AL GRAN SALTO HACIA DELANTE

El 22º Congreso debía celebrarse entre Navidades de 1978 y el 1 de enero de 1979. Fue retrasado al 8 y 11 de febrero y se realizó en Dijon. El número de cotizantes oficialmente contabilizados a fines de 1978 se elevaba a 5.000. Los objetivos fijados en el mes de septiembre parecían, pues, alcanzados. Más importante aún, parecía que la curva de desarrollo permitía un ritmo de crecimiento ultrarrápido de la OCI. Bajo estas condiciones fue como el BP propuso al 22º Congreso fijarse el objetivo de los “10.000”.

Pero se sabe que estos resultados estaban amañados. La Comisión del Congreso “sobre el funcionamiento político de la OCI y la formación” que yo dirigía descubrió la trampa en el “reclutamiento” que, tanto Berg como el conjunto de la “Comisión Provincias” de la CC bajo la dirección de aquél, habían cometido. Sin lugar a dudas, en la región parisina se había producido una inflación: numerosos “inscritos” en el PCI no eran militantes. El “affaire Berg” estalló. Muy pronto quedó probado que él se apropiaba de los fondos de la OCI y los utilizaba por su propia cuenta. Berg fue excluido.

El affaire Berg sacude a la OCI

El “affaire Berg” sacudió profundamente a la OCI. La reunión nacional prevista para abril debió ser anulada. Se convocó un Congreso Extraordinario de la OCI (el 23º). Se realizó del 24 al 27 de mayo de 1979 y reafirmó el objetivo de los 10.000. Pero la energía había bajado y todos tenían la sensación de que, a pesar de las afirmaciones, las causas profundas del affaire Berg no habían sido puestas al descubierto.

La revolución en Nicaragua

Pero circunstancias políticas permitieron superar, al menos aparentemente, las consecuencias sobre la OCI del affaire Berg. En julio de 1979, la revolución proletaria echó abajo a la dictadura de Somoza en Nicaragua. Un gobierno de coalición entre un ala de la burguesía y el FSLN tomó el poder: el Gobierno de Reconstrucción Nacional. El SU se alineó en la práctica tras el FSLN.

La Brigada Simón Bolívar

La “Fracción Bolchevique” que dirigía Moreno y que era miembro del SU, constituyó, durante el año que precedió a la caída de Somoza, una brigada de voluntarios latinoamericanos para combatir junto a los sandinistas. La “Brigada Simón Bolívar” planteó, tras la caída de Somoza, problemas políticos: organización e independencia de los sindicatos, ocupaciones de tierras, organización de milicias, naturaleza del gobierno.

La Fracción Bolchevique excluida del SU

El Gobierno de Reconstrucción Nacional expulsó de Nicaragua a la Brigada Simón Bolívar. En la práctica, el SU aprobó esta expulsión y exigió que la “Fracción Bolchevique” se disolviese. Ante su negativa fue excluida del Secretariado Unificado. Alrededor de la tendencia que la fracción de la OCI animaba en el interior de la LCR se constituyó una pequeña tendencia internacional, la “Tendencia Leninista-Trotskysta”. También ella fue excluida del SU y de la LCR. La “Fracción Bolchevique” representaba una corriente bastante importante dentro del SU. La tendencia animada por la fracción de la OCI, en el interior de la LCR, obtenía alrededor del 25% de votos a favor de sus textos. La OCI y el CORCI, sin responsabilizarse a priori de las posiciones de la FB ni de la TLT, apoyaban a la Fracción Bolchevique y luchaban contra la represión de los militantes obreros y revolucionarios en Nicaragua. Denunciaban la posición del SU y la expulsión burocrática de la Fracción Bolchevique y de la Tendencia Leninista-Trotskysta. De ello nacería el “Comité Paritario por la Reorganización (Reconstrucción) de la IVª Internacional”.

Nuevo auge de la OCI, el Comité Paritario

La constitución del “Comité Paritario”, la de la “Liga Comunista Internacionalista” en Francia que se situaba exactamente en las mismas posiciones que la OCI y que, en septiembre de 1980, se fusionó con la OCI, confirió un nuevo aliento. Mucho más teniendo en cuenta que la crisis del régimen se acentuaba en Francia, que reaparecía y se acentuaba la crisis económica en los países imperialistas y que, sobretodo en agosto de 1980, un nuevo capítulo de la revolución política se abría en Polonia.

Nuevo llamamiento a la unidad

Otra vez más, la OCI lanzó un llamamiento a Mitterrand y Marchais “para que cese la división”, el llamado lo firmaron casi 80.000 trabajadores y jóvenes. Una nueva Conferencia Nacional, esta vez de los “comités de iniciativa y unidad”, se reunió los días 15 y 16 de marzo de 1980. 500 delegados participaron en ella. La campaña a favor de la “OCI de los 10.000” fue relanzada. La OCI decidió celebrar mítines en provincias y en París.

Mitin en Pantin

El de París se celebró el 21 de mayo de 1980 en Pantin. En una sala con un aforo de 5.000 asientos, la dirección de la OCI pretendió que había 10.000 participantes. El método utilizado por Berg, inflación de cifras, exageración, y enseguida trampa en los resultados en cuanto al reclutamiento, resurgía. Durante los siguientes años, adquirirá una envergadura sin precedentes. Berg, desde este punto de vista, fue sobrepasado. Pero, ni en 1981 ni en 1984 se alcanzó el objetivo de los 10.000 militantes.

El efecto de la revolución en Polonia y de la victoria de mayo-junio de 1981

Sin embargo se logró que colase. El “Comité Paritario” se convirtió, en diciembre de 1980, en la “IVª Internacional (Comité Internacional)”. Para la mayor parte de los militantes, mucho más teniendo en cuenta que la dirección alimentaba esta ilusión, parecía que la IVª Internacional estaba prácticamente reconstruida. La ruptura de “IVª Internacional (Comité Internacional)” en julio-noviembre de 1981 fue un duro golpe.

Pero es incontestable que la campaña de la OCI por un único candidato desde la primera vuelta a las elecciones presidenciales, incluso habiendo llevado a la quiebra, incluso habiendo sido superficial, obtuvo un considerable eco. La derrota de Giscard, de la UDF y del RPR en mayo-junio de 1981, hacía confiar en una rápida marcha hacia la revolución y en una nítida construcción de la OCI, después del PCI. Fue la esperanza del “gran salto adelante”. La despolitización, la desnaturalización política se aceleraron durante estos años. Las reacciones oponiéndose a la orientación cada vez más oportunista de la dirección de la OCI, a la exageración en cuanto a los resultados de los planes, cada vez más sensacionales pero jamás realizados, sobre el reclutamiento, eran débiles y difíciles. Inmediatamente el mini-aparato sancionaba, golpeaba, excluía. Hecho notable, sea dicho de pasada, mientras que desde el primer plan los objetivos financieros fueron siempre alcanzados y superados (mediante qué medios es otra cuestión) ya no lo fueron a partir de 1981. A partir de 1982 ya no habrá más campañas financieras hasta la de las elecciones europeas de 1984.

Otras actividades políticas de la OCI entre 1968 y 1981

La actividad de la OCI entre 1968 y 1981 no se redujo a las grandes etapas que acaban de ser recordadas. Toda una rica intervención en los movimientos, en las huelgas, manifestaciones de la clase obrera, de la juventud, de los estudiantes, constituyó la vida cotidiana de esta actividad. La actividad en los sindicatos fue otro aspecto. Campañas a favor de las libertades contra la represión en al URSS, en Europa del Este, en América Latina, en otros lugares, fueron realizadas. Las campañas en defensa de la revolución polaca y contra la represión fueron uno de los ejes más importantes del trabajo político de la OCI, después del PCI. La defensa de la revolución nicaragüense también fue objeto de una importante campaña. Numerosas jornadas de estudios fueron organizadas. La OCI impulsó al CORCI.

¿Y LA INTERNACIONAL?

Discusiones y tomas de posición del CORCI

El CORCI abordó numerosas cuestiones: la revolución palestina y el movimiento revolucionario en el Oriente Medio, contra el imperialismo y su agente, el estado comprador de Israel, las burguesías árabes más o menos nacionales, más o menos compradoras; la consigna de la constituyente palestina; las líneas de intervención en América Latina y, particularmente, en relación con la situación revolucionaria abierta en Perú en la segunda parte de los años 1970; la revolución portuguesa; en relación con España, Alemania, con la revolución política en los países en los que el capital fue expropiado pero en los que burocracias parasitarias controlan el poder y gestionan la sociedad; en relación con la situación mundial, en el viraje de los años 1973-75; la derrota histórica que el imperialismo EEUU sufrió en Vietnam; la crisis económica en desarrollo; la crisis conjunta del imperialismo y de las burocracias parasitarias, etc., etc. Todo ello es una considerable elaboración, incluso si debe ser objeto de un serio inventario.

El CORCI vegeta

Dejando a un lado a la OCI y la OSI del Brasil, la mayoría de las organizaciones participantes en el CORCI han, más o menos, vegetado. Lambert, sin embargo, tuvo fincas particulares que abandonó, cierto, cuando no funcionaban bien: Portugal, Perú, España. El balance de la construcción de las organizaciones en estos países ha sido prácticamente nulo. A Lambert no le faltan, naturalmente, argumentos para quitarse de encima la responsabilidad y tirarla sobre los dirigentes de estas organizaciones. Pero a Lambert nunca le faltan “argumentos”, incluso si le hace falta reescribir un poco la historia. Muy a menudo estos missi dominici han servido de cabezas de turco. Queda por hacer un balance honesto y responsable, balance que no afirme siempre: “la línea era justa, pero no han sido capaces de aplicarla, han capitulado”. Queda que en 1979 el CORCI vegetaba.

La IVª Internacional – Comité Internacional estalla

Cuando la “Fracción Bolchevique” y la “Tendencia Leninista Trotskysta” fueron excluidas  del SU, fueron constituidos el “Comité Paritario” y la “IVª Internacional (Comité Internacional)”. Como fue el caso antes con Healy y la SLL, Lora y el POR, Altamira y Política Obrera, la concepción de la reconstrucción de la IVª Internacional realizando compromisos, acuerdos, arreglos entre “fejes” que disponían de organizaciones nacionales e internacionales más o menos importantes, fracasó. Camilo, entonces miembros del Secretariado Internacional de la “IVª Internacional (Comité Internacional)”, que provenía de la FB, traducía irónicamente estas relaciones. Hablando de Lambert, Moreno y Luis Favre que formaban el verdadero organismo de dirección en el que se tomaban las decisiones (Luis Favre era uno de los miembros de este trío en razón de su conocimiento del español y del francés que hacían de él el interprete entre Lambert y moreno y de sus capacidades de intrigante), los designaba como “los grandes ayatolás”. Con unas pocas excepciones, la escisión recortó las antiguas “fronteras” del CORCI y de la Fracción Bolchevique. “La nueva dirección internacional” no vivió más que seis meses. Se trataba de un collage de organizaciones diferentes, de las que el “Comité Paritario” era un representante mucho más exacto.

IVª Internacional CIR

“IVª Internacional (Centro Internacional de Reconstrucción)”, la nueva organización constituida tras esta ruptura, no es más brillante que el CORCI. El POMR, uno de los florones del CORCI, ha desaparecido. La OSI de Brasil se estanca, si es que no retrocede. El PCI, ya se sabe qué es de él. Las otras organizaciones cuya actividad política y desarrollo son controlables no se desarrollan, si es que no están en regresión. Tribuna Internacional no aparece ya en español y aparece muy irregularmente en francés. Es una sima financiera. Su mantenimiento es una cuestión de “prestigio”. Pocos la compran (y menos la leen) entre los militantes.

Defensa de Nicaragua

El gran éxito internacional sería la realización de conferencias contra la intervención del imperialismo EEUU en Nicaragua y la representatividad internacional del gobierno del FSLN, organizadas con el apoyo de este gobierno y la participación de personalidades socialdemócratas y burguesas. Esta actividad me parece justa y necesaria. Pero depende completamente del apoyo del gobierno del FSLN. Los trotskystas, en este asunto, son el instrumento de este gobierno. Están a su servicio. Tienen razón poniéndose a su servicio. Pero es poco probable que de ello resulte “la reconstrucción de la IVª Internacional”. El sol de la reconstrucción de la IVª Internacional se eleva, parece ser, por el este. Por el momento es incontrolable. Tengamos paciencia.

LA OCI SE INSERTA EN EL MOVIMIENTO OBRERO TAL COMO ES

De la disolución de la OCI (12 de junio de 1968) a la proclamación de la Organización Trotskysta

Antes de ocupar determinado lugar, de insertarse en el movimiento obrero, la OCI despareció como organización. El 12 de junio de 1968, un decreto disolvía las organizaciones llamadas “revolucionarias”. Cierto, no se trataba de considerar este decreto como nulo y sin valor. Era justo utilizar los recursos jurídicos para intentar hacer anular este decreto, decreto que fue, efectivamente, anulado en lo que concierne a la OCI en agosto de 1969. Pero durante casi un año, no existió organización trotskysta oficial.

Sólo el 12 de mayo de 1969 proclamamos la “Organización Trotskysta, Por la Reconstrucción de la IVª Internacional”. Así, aceptamos callarnos durante casi un año en tanto que organización trotskysta combatiendo por la reconstrucción de la IVª Internacional y sobre su programa. “La OCI estaba en pantalones cortos”: se abrigó tras la AJS y, en cierta medida, tras la Federación de los Comités de Alianza Obrera. Es una actitud típicamente oportunista.

Tuvo consecuencias importantes. Fue un obstáculo para la construcción, al final e inmediatamente después de la huelga general, de una organización trotskysta. Igualmente, hizo que la AJS se transformase en substituto de la organización trotskysta. Durante años, en la prensa, nunca se trató de la OCI sino de la AJS incluso cuando el decreto del 12 de junio de 1968 ya había sido anulado. Dejamos a la LCR ocupar el terreno.

Relaciones con los aparatos burocráticos

La actividad, la progresión, incluso los éxitos de la OCI durante los años que siguieron implicaron, obligatoriamente, que su dirección entablase y desarrollase relaciones cada vez más frecuentes con el movimiento obrero oficial, es decir con los aparatos y, especialmente, con los aparatos llamados “reformistas”.

La toma de la dirección de la UNEF exigía que su dirección, compuesta principalmente por militantes de la OCI, estuviese en contacto con los dirigentes de FO, de la FEN, del PS e, igualmente, que estuviese en relación con el Ministerio de la Educación Nacional y la administración universitaria.

Las campañas políticas en defensa de las víctimas de la represión en Europa del Este, especialmente en Polonia, pero también en relación con América Latina, en Perú, fueron realizadas beneficiándose, principalmente, del apoyo de FO. Por otra parte, ¿cómo hacerlo de otro modo? Pero aún hacía falta que las relaciones no se transformasen en lazos de dependencia. Igualmente, la constitución de la UNEF-ID no fue posible más que por el apoyo de FO, de la FEN y de determinados dirigentes del PS. Aquí, las relaciones tampoco debían transformarse en lazos de dependencia.

Numerosos militantes se han convertido en permanentes del aparato de FO. Aquí, igualmente, el peligro de que se establezcan lazos de dependencia es considerable. El margen es estrecho.

En el centro de las relaciones que se establecen entre los aparatos y la OCI, siempre se encuentra a Lambert. Sus rasgos personales de intrigante, amigo de tejemanejes y de los amaños, sus tendencias oportunistas, lo convierten en particularmente apto para este género de relaciones. Pero lo convertían, igualmente particularmente, en apto para dar el paso que no había que dar, arrastrando tras de sí a una cohorte de aprendices de burócrata.

Lambert vota el informe de actividad del Buró Federal de Force Ouvrière

En el Congreso Confederal de FO, en marzo de 1969, Lambert participó en la comisión que elaboró la resolución llamando a votar No en el referéndum del 25 de abril que De Gaulle organizó para intentar relanzar la política encaminada a la instauración del corporativismo en Francia. Los considerandos de la resolución, al menos algunos de ellos, eran más que discutibles. Pero tomando la iniciativa de llamar a votar No, la Confederación FO obligaba a la CGT, la FEN, el PS y al PCF a llamar también a votar No. Lambert votó esta resolución e incluso el informe de actividad del Buró Confederal. Según mi parecer, tuvo razón votando en esta ocasión.

Pero lo que era una excepción motivada se convirtió en regla. Desde entonces, Lambert ha votado los informes de actividad del Buró Confederal. En el último Congreso, Lambert votó este informe, cuando durante los años anteriores la dirección de FO había colaborado estrechamente con el gobierno Giscard-Barre y la patronal. Ahora bien, cuando Lambert vota en tal congreso es el dirigente del PCI, es el PCI, quien vota. Es verdad que Lambert pronunció en este congreso un virulento discurso… ultra “lucha de clases”.

En numerosas ocasiones, con diferentes pretextos, Lambert también dio consigna a los militantes del PCI para votar y llamar a votar a favor de los informes de actividad de las direcciones del SIN y de la FEN. Sin embargo, estos dirigentes colaboraban desde hacía años con los gobiernos del momento.

OPA sobre la OCI

Manifiestamente el paso fue franqueado. Lambert utilizó a los militantes de la OCI a cuenta de FO para desmantelar la Federación de la Educación Nacional, con el pretexto que los dirigentes de la FEN, del SNES, del SNI, hacen la política del Frente Popular. ¿Y la dirección de la FO? ¿Qué hace? Aprueba los despidos en Talbot, en Citroën, en la siderurgia. Cuando Bergeron se dirige al gobierno sólo le reprocha una cosa, ir demasiado deprisa, aplicar demasiado brutalmente su política. Teme que, actuando así, el gobierno provoque la explosión.

Pero se nos dirá: “FO defiende la laicidad, la escuela pública”. En realidad FO acepta los créditos a la escuela privada y todo lo demás. Y hoy en día FO, como la FEN, se felicita por la política de Chevènement, política que garantiza a la enseñanza privada todos los privilegios adquiridos desde 1950.

En fin, es evidente que la concepción del Partido de los Trabajadores fue elaborada en la Avenida Maine y que su centro operacional se sitúa en la Unión Departamental FO de Loire Atlantique.

Todo pasa como si hubiese una OPA del aparato de FO sobre el PCI.

La OCI se instala

Por otra parte, los tiempos heroicos del PCI de antes de 1958, del grupo, de los primeros años de la OCI en los que los militantes se las arreglaban para picar sus panfletos, multicopiarlos ellos mismo, en los que cumplían prácticamente con todas las tareas materiales, en los que no se disponía de locales ni de oficinas, están lejos. Materialmente, la OCI está confortablemente instalada. Por sí mismo, esto no es condenable, seguro. Un gran edificio. Imprentas. Máquinas. Oficinas. Un aparato técnico considerable, etc… En adelante la OCI tiene casa propia.

El mini-aparato

Lo más importante, bien que inseparablemente ligado a lo anterior, ha sido la constitución de un mini-aparato, de moderada talla en comparación con la amplitud y la fuerza de los grandes aparatos del movimiento obrero pero gigantesco en relación con las fuerzas del PCI. Inmediatamente tras mayo-junio de 1968, Lambert seleccionó hombre por hombre de este aparato, al igual que seleccionó a la CC y a los organismos dirigentes. En este dominio sólo ha habido un rival que, también utilizando su posición de dirigente de la AJS y después de la Comisión Provincias, seleccionaba sus hombres. Ningún control de la “base”, que, por otra parte, no se preocupaba mucho, existía ni podía existir. Con la fuerza de su autoridad, Lambert designaba a quien quería para el puesto que él quería. Se está lejos de la elección a todos los niveles de responsabilidad que Trotsky preconizaba. Todo funcionaba por coaptación. Las elecciones a la CC al final del congreso dependen de que Lambert quiera o no tener un CC. En verdad, teniendo en cuenta su “aura”, nadie veía nada criticable.

No existía ningún control sobre los recursos y los gastos de la organización. Los informes financieros hechos en el BP eran simples sumas o restas de apartados muy generales concernientes a grandes masas, sin documentación contable, sin rúbricas claras. Lambert, fuera quien fuese el responsable titular, disponía. Ninguna Comisión de Control Financiero. Nada. So pretexto que ello debería ser secreto y no debía publicitarse.

Tres acontecimientos revisten, en cuanto a la cuestión del funcionamiento de la organización, una importancia particular. El “affaire Varga”, la liquidación de la “ley de finanzas”, el “affaire Berg”.

Otra vez más sobre Varga

El affaire Varga. Es inquietante que determinado funcionamiento de la OCI permitiese a Varga ocupar los puestos de dirección que ocupó. A buen seguro, no hay ninguna garantía de que la OCI no pueda ser infiltrada al más alto nivel. Sin embargo, un serio examen de la forma en que había actuado Varga y como había utilizado determinada forma de funcionamiento de la OCI no hubiera sido superfluo. Pero se habría descubierto la forma en que actuaba Lambert, el compadreo y muchas más cosas.

La Comisión de Control Financiero

A principios de 1976, fue elegida una Comisión de Control Financiero por el BP con motivo de las pérdidas financieras en ciertos asuntos. La comisión no pudo llegar a todos los problemas a los que se vio enfrentada. Sin embargo, elaboró reglas de funcionamiento financiero para la OCI y, especialmente, como debía plantearse el presupuesto: una “ley de finanzas” en la que todos los apartados debían estar claros, ingresos y gastos, previsiones y realizaciones. Pero no pudo llegar al objetivo del control financiero. Sin embargo, el “principio” de la “ley de finanzas” fue aplicado en dos presupuestos. Pero la Comisión dejo de funcionar al no poder lograr el objetivo del control. La “ley de finanzas” fue liquidada. Ya no habría otra. Todo volvió a su antiguo cauce.

Los límites ante los que se encontró la Comisión y la paralización de su funcionamiento favorecieron las malversaciones de Berg. Por otra parte, es necesario decirlo, Lambert estaba contra esta Comisión. Se vio bloqueada por él y desapareció en razón de su oposición.

De nuevo sobre el affaire Berg

El affaire Berg. Acabamos de ver como la ausencia de control financiero favoreció los desvíos de Berg. Pero el affaire Berg es, sobretodo, una de las consecuencias de la formación de un mini-aparato compuesto por permanentes. Se podrían enumerar caso por caso: Josette, Dan, Lionel, Sartana, muchos otros fueron seleccionados por Berg y fueron sus instrumentos directos en la AJS o (y) en la Comisión Provincias. Las raíces del affaire Berg se hunden en el modo de funcionamiento  que Lambert imprimió a la OCI. Si este funcionamiento no hubiera sido el que fue, jamás Berg, que era un desarraigado social, habría podido funcionar como lo hizo. Poner al desnudo las raíces del affaire Berg lleva a cuestionar todo el funcionamiento político, organizativo y financiero del PCI, comenzando por la forma en que funciona y vive la dirección. No era cuestión. Era ya poner en entredicho, prácticamente, a la OCI.

Más de cien permanentes

Nada cambió. Berg fue excluido, Lambert utilizó todo el personal que Berg había seleccionado. Quienes lo componían cambiaron de patrono. El número de permanentes, ya considerable, no hizo más que crecer. Hoy en día debe de alcanzar el centenar si se incluye a los permanentes técnicos. Lo más grave es que casi todos ellos son desarraigados sociales o se convierten en desarraigados. Forman una camarilla que depende estrechamente, política y económicamente, de Lambert. Son ellos quienes controlan, a cuenta de Lambert, el PCI. El PCI no dispone de un aparato que controle. Es a la inversa. La mayoría de los miembros de la CC son permanentes. Hay que añadir los permanentes sindicales cuya posición dependen de su pertenencia al PCI. La cohorte de permanentes se rodea de “responsables” a los que inculca el sentido de la “jerarquía” y que, a menudo, la imitan en las relaciones con los militantes.

Por mi parte, fui progresivamente eliminado de toda dirección de las comisiones o de la participación en comisiones en las que Lambert no participase también. Más grave, Lambert constituyó un “secretariado” compuesto por él, Lacaze, Seldjouk (Gluckstein), Kostas (Cambadélis) que ningún organismo eligió.

El rey designa a su delfín

Es interesante recordar la lamentable comedia que se desarrolló en 27º Congreso: Lambert designó a su sucesor. Lambert, durante el informe sobre la dirección, explicó: “por primera vez no soy yo quien expone el informe político ante el Congreso; el camarada Lacaze ha demostrado su capacidad para dirigir el partido; yo continuo el combate que siempre he desarrollado y que continuaré desarrollando mientras pueda, pero ha llegado el momento de que sea otro quien dirija el partido; el camarada que debe dirigir ahora el partido es el camarada Lacaze”. Era, al mismo tiempo, escandaloso e irrisorio. Escandaloso: nadie albergaba la menor duda de que Lambert continuaba dirigiendo el partido. Designando a su sucesor se situaba por encima de todos, como juez supremo, como soberano del que todo depende. El rey designaba a su gentil delfín. Irrisorio. En el caso en que, por una u otra razón, Lambert no pudiese dirigir el PCI, los “jóvenes lobos” del secretariado se repartirían a dentelladas la “herencia” y con muchas posibilidades de que el gentil delfín fuera devorado. Sin embargo, esta anécdota es ilustrativa de las relaciones que existen en la dirección del PCI.

Los aspectos escandalosos e irrisorios de este pequeño escenario no deben ocultar la maniobra que se ejecutaba tas las bambalinas. Lambert transmitía a lo mejor de la nueva generación, según él, el poder. “Paso a la juventud”. Si no a los jóvenes trabajadores. “La vieja generación” debe ceder el puesto. Es la vida. Esto es preparar el futuro. Lambert, al menos en lo inmediato, no cede su puesto. Se sitúa por encima de la “dirección”, como anciano sabio, y mantiene, de hecho, el control de todo. Se convierte en el “gurú”. Por el contrario, los otros que forman parte de la “vieja generación” deben comprender que ha llegado el momento de que cedan el puesto a la “nueva generación de dirigentes”. Evidentemente la “cuestión de las generaciones” no tiene nada que ver. Se trata de una cuestión política: eliminar todo aquello que pueda ser un obstáculo para el nuevo curso.

Un mini-aparato inducido de los grandes aparatos

En el PCI, bajo el ala de Lambert, alguna veces de forma caricaturesca, teniendo en cuenta que es en nombre del “centralismo democrático” y que el PCI es, además, una pequeña organización, se han instituido relaciones de funcionamiento que reproducen las relaciones existentes en las organizaciones burocratizadas del movimiento obrero. No se trata del nacimiento de una “nueva burocracia”, pues las bases sociales no existen, sino de un mini-aparato inducido en el interior del PCI desde los grandes aparatos burocráticos. O, si se quiere, que traduce la penetración en el seno del PCI de estos aparatos bajo la forma de una prolongación cuya selección y función es específica: utilizar al PCI.

La “línea de la democracia”, la constitución de un partido, que según Lambert jamás debe constituirse (sic), denominado “Partido de los Trabajadores” que no tiene programa si no es el de la “democracia”, indican el lugar que se le ha asignado al PCI. También es de señalar la evolución de la UNEF. La defensa de la UNEF y la toma de su dirección fueron realizadas victoriosamente en la lucha, particularmente, contra la participación, a favor del boicot a las elecciones a los consejos de cogestión de las universidades. Desde 1982, la UNEF-ID participa en las elecciones a los consejos de gestión y en ellos.

Mi papel y mi lugar

Inevitablemente debe plantearse la pregunta: “Tu pasas por ser, junto a Lambert, un jefe histórico de la OCI. ¿Qué hacías durante todos estos años?”

Ya lo he dicho: antes de 1958 mi papel era secundario. A principios de 1959, abandoné el grupo, tenía problemas personales. Fui peón en la RATP hasta 1958. Por otra parte, estaba un poco harto del funcionamiento del grupo Lambert. Me volví a acercar en septiembre de 1962 en el momento del referéndum sobre la elección por sufragio universal del Presidente de la República. Volví a militar en el grupo a partir de abril de 1963. Comencé a tener una influencia real hacia esta época y, sobretodo, a partir de 1965. Pero, en fin, no era comparable a la de Lambert.

Sin embargo, era el único en la OCI que podía discutir de igual a igual con él y, eventualmente, cuestionarlo porque era capaz de responder ampliamente al conjunto de los problemas a que se enfrentaba la OCI: la Internacional, el lugar de la OCI en la lucha de clases.

Nunca formé parte del aparato.

Por otra parte:

1.- Cuando me opuse a tal o tal otra orientación, lo hice siempre esforzándome por rectificar la línea sin abrir conflicto político;

2.- El affaire de la Comisión de control: llevarlo hasta el final era poner en peligro la misma existencia de la OCI. Es casi lo mismo en lo que concierne al affaire Berg;

3.-Pensaba que las oscilaciones y tendencias oportunistas serían superadas.

4.-Yo también fui aspirado por la tendencia hacia el oportunismo y estaba lejos, estando en el marco del SI, de la CC y del BP, de ver siempre claro y de apreciar los pormenores.

5.-Calibraba la amplitud de los problemas que planteaba y a los que habría que responder.

En fin, desde 1973, Lambert comenzó a tomar sus precauciones con mi eliminación de la Comisión Internacional motivada por los lazos y relaciones que permitía establecer.

En 1976, como en 1979, Lambert temblaba de miedo. Tomó en mayor medida el control estrecho del aparato y lo reforzó tras el affaire Berg. A partir de allí, llevó a cabo un largo trabajo de topo para apartarme de cualquier dirección real, mucho más teniendo en cuenta que yo no estaba de acuerdo con numerosas tomas de posición. Todo se acentuó a partir de 1980-81. Durante años se realizó una campaña subterránea contra mí. A fines de 1981, un “secretariado” elegido por nadie se puso a funcionar. Este secretario decidía lo esencial. El BP fue, de hecho, cortocircuitado. Este secretariado no fue legalizado más que tras el 27º Congreso. Pero la ruptura de “IVª Internacional – CI” obligó a Lambert, que tenía necesidad de mí, a aminorar su ofensiva.

Fui eliminado del Comité de Redacción de Information Ouvrières. Estos dos últimos años, yo no he tenido prácticamente ninguna responsabilidad. El problema era saber cuando y cómo entablar la batalla. Por otra parte, he de confesar que no pensaba que Lambert precipitaría el movimiento de mi eliminación, y no sólo de la dirección del PCI sino del mismo PCI.

El momento de la transformación de la cantidad en calida: la Union de la Gauche en el poder

Las oscilaciones y tendencias oportunistas, el papel de Lambert y determinadas tendencias suyas, el modo de funcionamiento de la OCI y después del PCI, los lazos trabados con el aparato de FO y al menos con determinados medios del PS, la constitución de un mini-aparato enteramente en manos de Lambert, predisponían a la subordinación del PCI a la política del frente popular. Mientras que la “Union de la Gauche” y, particularmente el PS, estaban en la oposición, teniendo en cuenta que la OCI sólo representa una fuerza política limitada, la orientación podía parecer una orientación manchada de oportunismo pero manteniéndose en el marco general del “trotskysmo”. La prueba de la Union de la Gauche, del frente popular, fue decisiva: las oscilaciones, las tendencias se transformaron en revisionismo; el mini-aparato se convirtió en instrumento de subordinación del PCI a esta política y de depuración de los militantes que no la aceptaban.

Siempre ocurre así. Sobre las organizaciones que se reclaman de la revolución proletaria siempre recae con todo su peso la sociedad burguesa en el momento en el que aparece una situación prerrevolucionaria, que puede transformarse en situación revolucionaria abierta. Las contradicciones que contienen adquieren, inevitablemente, su plena forma. Los miles de lazos que las unen a la sociedad burguesa se tensan y la oprimen. Era, pues, inevitable que, con la llegada al poder de la “Union de la Gauche”, el PCI se viera sometido a una gigantesca presión, que sus contradicciones se agudizaran y que los lazos que lo ligan a la sociedad burguesa se estrechasen.

Cifras oficiales de progresión de la OCI desde 1968

Sin embargo, a partir de 1968 la OCI se constituyó como organización hasta estar en condiciones, en su 26º Congreso, de convertirse en le PCI. Podía pretender legítimamente tener la fuerza y los medios para convertirse en un partido ejerciendo un rol nacional, si no ser “el partido revolucionario” dirigente. Las cifras ofrecidas en 24º Congreso en lo que atañe a la progresión numérica son las siguientes:

Enero 1968: 528 militantes Enero 1978: 3.558 militantes
Enero 1971: 1.245 militantes Enero 1979: 4.427 militantes
Enero 1973: 1.807 militantes Enero 1980: 3.840 militantes
Enero 1977: 2.436 militantes

En su informe al 28º Congreso, Kostas indicaba:

Enero 1981: 4.760 militantes Mayo 1983: 6.332 militantes
Mayo 1981: 5.617militantes Enero 1984: 5.900 militantes

Hasta 1977 estas cifras se corresponden con una progresión real. Antes de ser integrados en la OCI, los militantes pasaban por los GER. Cuando eran integrados, eran por lo general verdaderos militantes. La formación de los militantes era impulsada al máximo posible, aunque siempre insuficiente.

Berg excluido, triunfan sus métodos

Después las cifras son engañosas. A partir de 1977, la forma de reclutar comenzó a ser modificada. Un número creciente de cotizantes cotizaban poco y casi no militaban. Eran, como máximo, simpatizantes pero que eran contabilizados como “militantes”. Berg iría más lejos. Procedió a un verdadero entrampamiento. El “affaire” Berg estalló en el 22º Congreso en febrero de 1979. La caída de los efectivos constatada en enero de 1980 se corresponde a un cierto “adelgazamiento”.

En 1980, la “inflación” toma nuevos vuelos. Para apreciar las cifras a 1 de enero de 1981, no hay que olvidar la fusión OCI-LCI: de un sólo golpe se integraron en la OCI 450 militantes en octubre de 1980. En 1981-82, el trucaje comienza y se amplia. Hasta entonces, los miembros de GER, y ulteriormente de las precélulas, no eran contabilizados como militantes del PCI. Desde el momento en que fueron suprimidas las precélulas y el reclutamiento se hizo mediante la entrada directa en célula, todos fueron contabilizados como “militantes”. En consecuencia, las cifras también fueron, así, hinchadas entre 700 y 800. Berg fue excluido. Sus métodos de contabilización de los “militantes” en el PCI triunfaron. Mediante triquiñuelas contables numerosas “falanges” son ficticias. Lo que no impidió una caída del número de inscritos en el PCI: al menos 432 entre mayo de 1983 y enero de 1984, es decir en siete meses.

Estancamiento real y descomposición política de la OCI-PCI

En realidad, el número de militantes reales (y no el de los “inscritos”) sólo aumentó un poco, si es que aumentó, entre enero de 1978 y enero de 1984. Circunstancia agravante pero normal, pues es consecuente con esta concepción de la construcción de la OCI y después del PCI: la vida política, el funcionamiento del PCI se deterioraron. El reclutamiento se convirtió en reclutamiento tipo “Fiesta de L’Humanité”. El funcionamiento político en el de un “partido de masas” sin las “masas” (5.900 inscritos). La OCI y el PCI se convirtieron en coladeros. No había prácticamente formación: ni de los cuadros ni de los militantes. Tocaban puertas en todos los pisos, debían efectuar pegadas masivas de carteles, asegurar permanencias atronadoras en los mercados. Es la concepción de la construcción de la OCI, después del PCI, según los métodos del “Barnum circus”. Por el contrario, numerosos de los “inscritos” no participaban jamás en su reunión de célula ni en la actividad de la organización. Las reuniones de célula se reducían a la lectura comentada del editorial de Informations Ouvrières.

LA IVª INTERNACIONAL NO ACUDIÓ A LA CITA DE 1951-1953

Las causas propias del PCI se incluyen en causas más generales

He intentado demostrar que, en todo este período, habían causas profundas propias del PCI, que han llevado a una política revisionista y, puede decirse con seguridad, liquidacionista de la actual dirección. Liquidacionista, aunque permita una progresión formal del PCI, en la medida en que lo desnaturaliza y hace de él una organización que cada vez tiene menos que ver con el partido revolucionario que teníamos que construir. El papel particular de Lambert, porqué y cómo ha ocurrido, ya ha sido señalado. Sin embargo, no podemos quedarnos en eso. Hay formas, causas, propias que conciernen al PCI pero que proceden y se incluyen en condiciones más generales o, mejor, una que las concentra todas: la crisis que ha dislocado a la IVª Internacional.

La IVª Internacional

El papel de Lambert, cómo, porqué, sólo se explica en relación con la crisis de la IVª Internacional. Las debilidades, oscilaciones y tendencias oportunistas han sido más difíciles de superar cuanto que procedían de determinada herencia cuyas consecuencias más negativas han sido la crisis de la IVª Internacional y que la crisis de la IVª Internacional privó al PCI del marco de relaciones políticas que le habrían permitido paliar sus debilidades y superar sus contradicciones. Está claro que el hundimiento del PCI, cuando las condiciones objetivas para la construcción del partido revolucionario se desprendían, especialmente en razón de la apertura de la revolución política y de la crisis del estalinismo, lo marcaron.

El Secretariado Unificado: un modo de funcionamiento federativo y socialdemócrata

Un rápido vistazo permite ver la forma en que funcionaba el PCI, las oscilaciones y las tendencias oportunistas conduciendo, bajo una forma u otra, al revisionismo no le son exclusivas. Todas las organizaciones cuyo origen es la IVª Internacional se han visto marcadas por ellas.

En lo que concierne al oportunismo y el revisionismo, no es necesario detenerse en ello: es evidente. En lo que concierne al modo de funcionamiento, hay algunas diferencias notables. El modo de funcionamiento del SU es federativo. Compromisos y mercadeos se establecen de poder a poder: así, desde 1963 entre el SWP y otra parte del SU. Se conjugan con una democracia formal. La LCR, en tanto que organización funciona más al estilo de una organización socialdemócrata, como un reagrupamiento de tendencias. Pero las otras corrientes internacionales, las otras organizaciones nacionales producto de la crisis de la IVª Internacional, tienen un tipo de funcionamiento muy particular: todas están marcadas por el caudillismo:

La Socialist Labour League

La SLL fue, hacia fines de los años 1960, la organización trotskysta más fuerte. Había conquistado la dirección de las juventudes del Labour Party. Su modo de funcionamiento era autoritario, a partir de un jefe, de un caudillo, rodeado de determinado número de lugartenientes. El resultado fue la ruptura con el CI, la destrucción de la SLL como organización trotskysta.

El Partido Obrero Revolucionario

El POR fue un partido que ejerció un papel nacional en Bolivia y que pudo pretender lograr la dirección del proletariado. Pero también funcionaba de modo autoritario, a partir de un jefe, de un caudillo: Lora. El POR estalló.

Moreno, Lambert

Moreno también es un dirigente tipo caudillo. Lambert, en Francia, es también una especie de pequeño caudillo.

La IVª Internacional, atributo necesario

Healy, Moreno, Lambert, jefes de una organización nacional más o menos potente, disponiendo de medios materiales más o menos grandes, han constituido su reagrupamiento internacional en nombre de la IVª Internacional. Es un atributo necesario para todos pues estos caudillos pretenden encarnar el trotskysmo. Les es preciso adoptar, al menos en la forma, la característica indispensable: reclamarse de la construcción de la IVª Internacional.

El Socialist Workers Party

El SWP representa otro caso. Su funcionamiento fue, durante mucho tiempo, personalista. Cannon marcaba la ley, sobretodo tras el asesinato de Trotsky. Mientras vivió León Trotsky, Cannon debía respetar determinadas normas. La discusión de 1939-40 fue una discusión real porque León Trotsky la impuso. Decía que incluso si Shachtman y Burnham tuviesen la mayoría habría que respetar la disciplina.

Tras la muerte de Trotsky, el régimen del SWP fue todo menos democrático. Cannon personificó lo que se ha podido llamar el cannonismo. Hoy en día, el SWP ha basculado hacia el lado del castrismo y su funcionamiento no tiene nada que envidiar al funcionamiento del PCI, y recíprocamente también.

Pablo

El modo de funcionamiento que Pabló imprimió a la IVª Internacional tendía a imponerle su caudillismo.

Estamos muy obligados a considerar que: el caudillismo en la IVª Internacional viene de lejos; siempre ha estado ligado con el revisionismo.

Las causas

Las causas profundas son aquellas que condujeron al pablismo:

  • destrucción de los cuadros de la generación de Octubre y, finalmente, asesinato de León Trotsky;
  • obstáculo objetivo a la construcción de la IVª Internacional. El estalinismo alcanzó un fantástico poderío al final de la Segunda Guerra Mundial.
  • ausencia de raíces profundas en la clase obrera.

Ninguna burocracia nueva

No se forma ninguna burocracia nueva a partir de la IVª Internacional sino pandillas, camarillas que, en realidad, son inducidas, son la proyección o, mejor, la reflexión de las burocracias de las organizaciones tradicionales. La razón: ausencia de base social. Es posible en razón de lo anteriormente enunciado.

La IVª Internacional no acudió a la cita de la historia

La razón fundamental de la formación de camarillas como las de Healy, Lambert, Moreno, Barnes, es el hecho que en 1951-53, cuando gracias a la revolución política sonaba la hora de la IVª Internacional, ésta quebró como organización internacional. Es un nuevo drama histórico para la clase obrera al igual que lo fue la quiebra de la IIª Internacional, el pase definitivo de la IIIª Internacional al lado del orden burgués.

Cuando se liberan las relaciones en la clase obrera que permitían su construcción, la IVª Internacional quiebra. Hay que darse cuenta de que la IVª Internacional y sus organizaciones, interviniendo de forma centralizada a escala internacional y nacional (el elemento subjetivo) habría modificado profundamente el desarrollo de la crisis del estalinismo y la hubiese acelerado.

1951-53: un giro mundial

Hay que darse cuenta: en 1952, la revolución boliviana; en junio de 1953, el movimiento revolucionario en Alemania del Este, precedido por importantes movimientos en Checoslovaquia (Pilsen), la crisis de dirección de la burocracia estalinista a la muerte de Stalin; en agosto de 1953, la huelga general en Francia; en 1956, la revolución húngara de los consejos. ¡Que extraordinarias posibilidades abiertas a una IVª Internacional centralizada e interviniendo sobre el programa y según el método trotskysta.

En lugar de ello: la dislocación, la destrucción de organizaciones como el PCI, la dirección de la IVª Internacional sirviendo de cobertura al estalinismo.

Las repercusiones de esta crisis continúan desarrollándose hoy en día: lo que pasa en el PCI es una de ellas, creo haberlo demostrado en esta exposición.

Entonces se plantean las preguntas: ¿Dónde estamos? ¿Qué hacer?

La continuidad de la IVª Internacional con sus contradicciones

¿Dónde estamos? El primer texto preparatorio de las Jornadas de estudio se esfuerza en demostrar que no partimos de cero.

Un dato objetivo, decisivo, debe ser claramente reconocido. La crisis de la IVª Internacional no permitió que la crisis del movimiento obrero, del estalinismo tuviese como resultado inmediato la reconstrucción de la IVª Internacional y de sus partidos. El programa, la lucha política por su defensa, sin embargo, fueron asumidos y también la continuidad de lo que significa la IVª Internacional: la OCI fue la fuerza que actuó y se construyó en esta batalla, a pesar de resultar profundamente marcada por la crisis de la IVª Internacional. Pero podrá decirse que si en 1951-1953 la IVª Internacional no acudió a la cita de la historia a su vez el PCI, en 1979-1984, tampoco lo hizo. Ha resultado ahogado por el oportunismo y los métodos del aparato en el momento en que sonó su hora, en el que podía convertirse en un partido revolucionario ejerciendo un papel nacional.

La OCI, el PCI, son la expresión concreta, viviente, de esta contradicción. Están estrechamente controlados por un mini-aparato, bajo las condiciones en que me he esforzado en explicar, y son, al mismo tiempo, una conquista política y militante considerable. La suerte del PCI no está echada. Por ello, combatimos por el enderezamiento político y organizativo del PCI.

Un enderezamiento no  pacífico del PCI

El enderezamiento político y organizativo del PCI no puede ser el resultado de una simple lucha formal por la reintegración. Es preciso romper el mini-aparato. Ello sólo puede ser el resultado de un profundo movimiento interno en el PCI extremadamente difícil de realizar, de una verdadera revolución interna y no exenta de destrozos.

Sin embargo, y este es un punto decisivo, diré el punto decisivo: impulsar el movimiento en el interior del PCI, nutrir al movimiento de los militantes contra el mini-aparato no puede ser el resultado de una simple intervención literaria.

Intervención en la lucha de clases

Necesitamos intervenir en la lucha de clases siguiendo una orientación política precisa, dando respuestas políticas, construyéndonos nosotros mismos.

Desde el punto de vista de las respuestas políticas, el informe político y su discusión permitirán precisar. Pero creo que hay que resaltar un tema central sin el que no podremos construirnos. La necesidad de un nuevo partido no es discutible. La posibilidad de este partido existe. ¿Pero es el “Partido de los Trabajadores” y, más, en la línea de la democracia? No.

Sobre un programa anticapitalista

La situación de la clase obrera francesa, su experiencia política, la historia del movimiento obrero francés no son idénticas a las del Brasil o a las de los EEUU. La clase obrera no tiene que constituirse como clase políticamente organizada. Esto vale, en general, para Europa. Si un nuevo partido es necesario, éste es el partido obrero revolucionario orientado hacia la actualidad, hacia la necesidad de la revolución proletaria, de la marcha hacia el socialismo, que combata en esta línea: “nada puede resolverse si se teme emprender la vía que lleva al socialismo”. Semejante partido no puede constituirse sin un programa de acción que se sitúe sobre este terreno.

Debemos ligar nuestra intervención en la lucha de clases con la agitación política sobre esta cuestión, reclutar nosotros mismos, constituir grupos, círculos políticos con aquellos que estimen que tal partido es necesario.

Consigna algebraica

“Por un partido obrero revolucionario” es la consigna algebraica de la que no pueden fijarse, a priori, los componentes aritméticos. Sería hacer planes en el aire.

De nuestra intervención en la lucha de clases, de nuestra agitación a favor de un partido obrero revolucionario, dependerá la eficacia de nuestra intervención por el enderezamiento político y organizativo del PCI.

La cuestión de los permanentes

Organizativamente, insisto: no puede evitarse que sean necesarios un aparato y permanentes cuando la organización se desarrolla.

Pero: ¿Cómo se selecciona? ¿Cómo se controla? ¿Cuál es el peso relativo en relación con la organización? Por mi parte, he llegado a la siguiente concepción: los permanentes no deben ser mayoritarios en el Comité Central; deben existir unos estatutos de los permanentes que limiten el número en relación a la amplitud de la organización y, mientras sea posible, que no haga convertirse en permanentes a militantes puede que abnegados pero que no tienen experiencia en la lucha de clases, incluso que no tienen formación política. Es necesario, mientras sea posible, que puedan reinsertarse socialmente.

Elecciones

Hay que volver a tratar la cuestión de la elección (puede ser un escrutinio secreto cuando sea necesario) de los responsables en todos los niveles.

También es necesario que los fondos, ingresos y gastos de la organización, sean estrictamente controlados.

Control financiero

Es un fenómeno extraordinario en el PCI: no hay ninguna comisión de control financiero. Es necesario un presupuesto que permita controlar cada céntimo de los ingresos y los gastos. El capirotazo “el enemigo nos espía” da risa. No es más que un pretexto para evitar que exista un presupuesto real y un control financiero.

Debemos proyectar la agitación sobre estas cuestiones igualmente en el PCI pues son problemas políticos de fondo. Tendrán un considerable eco.

Armamento teórico y político

Naturalmente, todo lo anterior sólo son salvaguardas. Todo depende, en última instancia, del armamento político y teórico de los militantes de la organización, de su capacidad para construirse.

Pero hay que ir más lejos. ¿Y si el PCI no se endereza? ¿Y la Internacional?

Si el PCI no se endereza

Si el PCI no se endereza, lo que es posible, me parece que, no obstante, es la única orientación que nos permite reagrupar, organizar a aquellos que la dirección del PCI pone en la picota del mini-aparato, a los que encierra en la fidelidad a un combate pasado y a un futuro que traiciona, a los que quieren estar en situación de proseguir el combate por la construcción de un partido revolucionario, de la Internacional.

Si el PCI no se endereza, el núcleo internacional que constituye “IVª Internacional CIR” también se hundirá.

Si el PCI se endereza, proseguir la lucha por la reconstrucción de la IVª Internacional

Hay que decir, igualmente, que la capacidad de reaccionar a la política que la dirección del PCI imprime al PCI y también a la “IVª Internacional CIR”, la reacción de organizaciones o militantes miembros de ella es un factor muy importante de enderezamiento posible del PCI. En este caso, la lucha por la reconstrucción de la IVª Internacional se proseguirá. ¿Bajo qué condiciones? Lo veremos. Será, naturalmente, en relación con los desarrollos de la crisis del movimiento obrero, de las fuerzas de que dispondremos. No será, seguramente, bajo la forma de “pequeño pez llegará a grande” sino de reagrupamientos.

La cuestión de la IVª Internacional si el PCI no resulta enderezado

¿Y si el PCI no resulta enderezado? “IVª Internacional CIR” y numerosas de las organizaciones que forman parte de ella serán llevadas, ciertamente, al desastre. Entonces, será necesario hacer el balance de la IVª Internacional y de su crisis.

Digo, acto seguido, que sus conquistas teóricas, programáticas y políticas seguirán siendo conquistas indispensables para la construcción de partidos revolucionarios en cada país, de la internacional necesaria. Pero puede que sea necesario concluir que la IVª Internacional, carente de raíces, habiendo faltado a la cita de la historia en 1951-53, se secó por abajo y por arriba ante la falta de la sabia que un partido, una internacional, necesitan y que sólo puede extraer gracias a raíces que se hundan y enraícen profunda y ampliamente en el proletariado.

Reconstrucción del movimiento obrero sobre un nuevo eje

Pero es necesario que volvamos a tratar sobre el desarrollo de la situación objetiva. En 1951-53, nuevas relaciones comenzaban, sólo comenzaban, a aparecer en el movimiento obrero, nuevas relaciones entre las masas, los aparatos burocráticos y, particularmente, el aparato internacional del estalinismo, la burocracia del Kremlin. La IVª Internacional no acudió a la cita y las consecuencias son inmensas. Sin embargo, nuevas relaciones se han desarrollado considerablemente. Han adquirido una nueva dimensión, aunque sus desarrollos hayan sido, a escala internacional y en cada país, desiguales aunque combinados. Es la significación de la tendencia al reagrupamiento de la clase obrera, del proletariado sobre un nuevo eje. Y es en esto en lo que difiere, profundamente, el nuevo período abierto en 1968 del de fines de la guerra y de su inmediata posguerra.

Y ahora

Esto es lo que traducen tanto la revolución política en Polonia como los millones de abstencionistas en las últimas elecciones en Francia. La necesidad de nuevos partidos, que sólo pueden ser partidos revolucionarios, fijándose como tarea acabar con el capital y las burocracias parasitarias así como también con los aparatos de las organizaciones tradicionales, se ha convertido en una necesidad objetiva, apremiante, sentida por millones de seres humanos, de proletarios, de jóvenes. Al mismo tiempo, todos ellos son extremadamente desconfiados y reticentes. Cuando tiran la camisa sucia del reformismo y del estalinismo, la IVª Internacional se descompone, en Francia el PCI tiene una política de cobertura del ala “reformista” de la Union de la Gauche. Dudan antes de poner otra camisa.

Pero la imperiosa necesidad de disponer de nuevos medios políticos triunfará. Lo que serán estos medios políticos no está determinado de antemano pues ello se hará en la peor confusión, verosímilmente no de un solo golpe, al precio de contradicciones, flujos y reflujos y durante un largo período. En todo caso, interviniendo como vamos a hacerlo, ayudaremos a desarrollarse a este proceso, nos insertaremos en él.

No, decididamente, no partimos de cero. Proseguimos, bajo condiciones concretas, en un momento determinado, el combate secular del proletariado para dotarse de los medios de su emancipación.

27 de agosto de 1984
Stéphane Just

traducción: Ernest Blanc (Grupo Germinal)